Sáb
1
May
2010

Evangelio del día

Cuarta semana de Pascua

Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra.

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 44-52

El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:
«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.
Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Salmo de hoy

Salmo 97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4 R/. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 7-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Reflexión del Evangelio de hoy

Una pregunta nos asalta al comienzo: “¿No nos consideramos dignos de la vida eterna? Quizá todavía no nos hemos creído que el amor que Dios tiene por nosotros es capacitador, potenciador, que genera posibilidades en nosotros, nos libera de la pequeñez, que nos permite alcanzar la “vida eterna” aquí y ahora. Y eso, cada vez que elegimos entregarnos, estar presentes, no mirar hacia otro lado, permanecer... Dios está en nosotros, permanece. Permanecía también en Jesús, y él así lo sentía, por eso se desconcierta cuando, de nuevo, tiene que recordar a sus discípulos, nos tiene que recordar a nosotros, que si nos atreviéramos a creer en esa certeza, viviríamos resucitados. Es el cariño y la presencia de Dios en nuestro ser lo que nos capacita para amar, para seguir optando y luchando por construir ese “otro mundo posible”, esa “otra humanidad”. Cuando somos capaces de vivir en esa clave revelamos a Dios en nuestras obras. Y esas obras, esas presencias, tienen fuerza, congregan, destilan autenticidad y lo verdadero engancha…

La palabra de Dios, hoy como ayer, llega especialmente a los gentiles, a los seres humanos limpios de corazón, a los que se atreven a confiar, a las persona que a los ojos del resto parecen débiles, a los excluídos/as, quizá hoy en el día del trabajo llega especialmente a tantas y tantas personas que luchan cada día por dignificar su vida de desempleados/as... En este día 1 de Mayo de 2010 es necesario recordar que aún quedan muchos derechos por conquistar, que siguen habiendo millones de personas explotadas en sus lugares laborales, niños y niñas obligados a trabajar y privados del derecho a la educación y el juego, …que siguen haciendo falta constructores/as de nueva humanidad, de justicia y de paz, de verdad y de fraternidad, de integración y de cercanía…Hay que continuar la tarea, sacudiendo el “polvo de nuestros pies” que nos hace los andares pesados. No temamos, Dios nos hizo “buena obra”, obra sólida, porque Él/Ella se quedó en nuestros cimientos y así no es posible el derrumbe, ni se envejecen los materiales, especialmente los de nuestro corazón. Ánimo, vivamos la Pascua.