Sáb
5
May
2012

Evangelio del día

Cuarta Semana de Pascua

Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores.

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 44-52

El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:
«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.
Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Salmo de hoy

Salmo 97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4 R/. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 7-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Nos dedicamos a los gentiles

Hoy se nos presenta una problemática, el rechazo del Evangelio por parte de los judíos. Para nosotros es un tema quizás de escasa importancia, pero para ellos era fuente de muchos interrogantes que producían angustia en la conciencia de los discípulos: ¿Cómo es posible que el pueblo de las promesas no las haya reconocido una vez cumplidas?

La predicación de Pablo y Bernabé es molesta para los judíos, por pura envidia, ya que todo el mundo iba a escucharles. Para echarlos comenzaron a responder a sus palabras con insultos. Los apóstoles, ante la hostilidad, crecen en coraje, valentía para continuar con su misión. Aquí tenemos una revelación bella no solo para el Pueblo elegido sino para todo hombre. Pablo y Bernabé se dedican a los gentiles, es decir, a toda persona que tiene hambre y sed de Dios, que lo busca con sincero corazón.

Vivimos hoy este Evangelio, todo se actualiza en nuestros días. Vemos como el rechazo a la Palabra de Dios es fuerte, pero nosotros fortalecidos por Dios, que es quien envía, y por el testimonio recogido en estas palabras debemos de crecer en la Fe, estar convencidos del mensaje de Vida de Jesús y nadie nos hará callar. El Señor nos ha puesto para ser luz de las naciones (como nos refiere el profeta Isaias 49,6). San Juan Crisóstomo nos anima así: “No desmayéis pues aunque se haya dicho que os rodearan grandes peligros, no se extinguirá vuestro fervor, antes al contrario, venceremos las dificultades”.

  • Señor, muéstranos al Padre

El tema fundamental del pasaje es la relación de Jesús con el Padre. Unión íntima, que nos ayudará a que nuestra oración sea escuchada y confiada.

No hemos visto al Padre ni a Jesús, pero si creemos, si aceptamos a Cristo, ya que es la misma puerta que se nos abre para entrar en el corazón de Dios, podremos ver, conocer. Jesús es el camino verdadero que nos lleva seguros hacia Dios. Luz que alumbra todas nuestras oscuridades, iluminando nuestros ojos para que podamos ver a Dios en cada persona y acontecimiento positivo o negativo de nuestra vida.

En el cuarto Evangelio ver, conocer y creer son sinónimos, haciendo que la pregunta de Felipe quede fuera de lugar, así lo dice Jesús “Yo estoy en el Padre y el Padre en mi”. Jesús no pide una mirada de fe, que sin duda la podemos hacer crecer en la Eucaristía, sacramento en el cual vivimos una experiencia de la presencia de Jesús en nuestra vida. Una experiencia que nos ayuda a saberle ver presente en los quehaceres, en la personas, en las alegrías y como no en las tristezas. Se nos regala la oportunidad de crecer, de estar plenamente convencidos que de nuestra unión con Cristo y con Él al Padre “también nosotros haremos obras como Él las hace y aun mayores”.