Evangelio del día
Vigésimo sexta semana del Tiempo Ordinario - Año Impar

Del día 29 de Septiembre al 5 de Octubre de 2013

Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto

Introducción a la semana

Las lecturas del AT siguen hablándonos del retorno del pueblo que estaba en el exilio. Baruc reconoce que lo que el pueblo ha sufrido ha sido consecuencia de sus pecados, por lo cual asegura que, arrepintiéndose, Dios lo perdonará y lo restablecerá. Y el profeta Zacarías afirma que, una vez reconstituido, el pueblo vendrá a ser para otros pueblos lugar de encuentro con Dios. Por ser fiel, será mediador. La nueva etapa se inaugura con una solemne liturgia en torno al libro de la ley, símbolo de la alianza, cuya observancia devolverá al pueblo su identidad y garantizará su futuro de prosperidad.

 

En los pasajes evangélicos de esta semana, Lucas comienza a hablarnos de la marcha de Jesús hacia Jerusalén, donde consumará su misión con la entrega de su vida. Destaca, pues, en el horizonte la perspectiva de la Pascua, como también la preocupación de Jesús por preparar a sus discípulos para la misión que tendrán que llevar a cabo después de su partida. Se nos habla de tres tipos de discípulos que quieren seguir a Jesús y de las exigencias de éste para con ellos; de la misión de los 72 (anticipo de la misión futura a los paganos); de la lamentación de Jesús sobre las ciudades que no han querido acoger su palabra; y, por el contrario, de su júbilo porque la revelación de Dios se ha dirigido con preferencia a los “pequeños” y no a los sabios. Un júbilo impulsado por el Espíritu, que mueve a Jesús a dar gracias al Padre por ese admirable designio (es un texto claramente trinitario: Jesús –el Hijo-, el Espíritu y el Padre aparecen íntimamente relacionados).

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