Dom
13
Oct
2013

Homilía XXVIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)

Viendo que estaba curado, se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.

Introducción

“En un mundo social que se halla bajo la opresión de su propia organización los auténticos actos de dar las gracias son como un antídoto contra la deshumanización. El agradecimiento es un gesto humano que desborda lo mundano” (Olga Belmonte, Sal Terrae Septiembre 2013).

El agradecimiento no es una cuestión de automatismo. A mi modo de ver, es una vivencia profunda del ser humano cuando se ha visto perdonado, en una experiencia de misericordia, porque en nuestra debilidad hemos sido restaurados en la dignidad.

La cuestión es si ofrecemos con verdad oportunidades para la restaurar la dignidad perdida. Aquellas oportunidades que hemos negado a nuestros seres queridos. Sin olvido no hay experiencia de perdón, y sin humildad no hay una vivencia de gratitud. Pero esto no se puede comprender sólo desde la lógica, ha de acontecer en nuestro encuentro personal con Dios. El agradecimiento es una forma de comprender la historia personal, y la historia de cada persona con la que interactúo. La ausencia de agradecimiento sólo refleja un profundo egoísmo. Ha de nacer una constante revisión de nuestro pensar, sentir y actuar, y cuestionarme: ¿Todo se me ha de dar a mí? Nadie sale solo de un pantano. Y los demás tampoco son esclavos de mi egoísmo. Es lo que distingue la relación sana de la utilitaria.

La gratitud ha de permanecer en nuestra memoria, porque es en ella, donde va a permanecer el sentido experiencial de un creyente, para proclamar con fe y esperanza: “Dios me ha salvado”. Pero además, es admitir y aceptar en el proceso de mi vida los dones que Dios y mis hermanos me brindan, y que quizás no merezca. Agradecer es fundamentalmente establecer una ruptura con lo que puedo estar dando por supuesto o merecido, nos introduce en una visión nueva de uno mismo y de Dios.
Procurar una comprensión de la bondad que se ha recibido, es lo que da veracidad al agradecimiento. La gratitud da sentido y colma a quien la experimenta. Es reconocer con humildad que no basta mi sola fuerza. Es este tipo de actitud la que se desprenden en la reflexión de la Palabra de Dios de este Domingo.