Sáb
31
Mar
2018

Homilía Vigilia Pascual

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

No está aquí, ha resucitado

Introducción

Las amigas de Jesús –María Magdalena, María la de Santiago y Salomé-,  muy temprano, al salir el sol, fueron al sepulcro con aromas para embalsamar el cuerpo sin vida del Maestro. Al no encontrarlo, se asustaron. Pero, un joven vestido de blanco, un ángel, las tranquilizó diciéndoles “¡ha resucitado!, ¡no está aquí!”.

En la Vigilia pascual, los creyentes también buscamos a Jesús el nazareno, el Resucitado. Pero, no le buscamos a solas como tantas otras  veces en la vida; esta vez, nuestra búsqueda es comunitaria, eclesial, en familia, tomados de la mano unos con otros. El clima de la celebración será  estar despiertos, atentos, esperando la aparición del Resucitado; mientras tanto, haremos memoria de la Palabra de Dios,  quien   nos irá descubriendo  las huellas de las pisadas del Señor en nuestra historia de salvación,  una historia tejida de rebeldías y debilidades humanas, de cariños de Dios, y de muchos arrepentimientos del ser humano, regresando a Dios.

A lo largo de la celebración, bendeciremos el fuego nuevo; de él  prenderemos el cirio pascual –la luz de Cristo-  y nuestras candelas; la luz vencerá a las tinieblas, presagio de que el Resucitado  - luz del mundo- someterá a la muerte. Después de escuchar el anuncio solemne de la fiesta de Pascua, escucharemos a los profetas que anunciarán la resurrección del Señor.

En esta serena vigilia, que evoca tantos recuerdos de gracia y de compasión divinos, renovaremos nuestro bautismo, en el que morimos y resucitamos con Cristo y celebraremos la Eucaristía. Y nos reconoceremos unos a otros hombres y mujeres nuevos porque el Espíritu que resucitó a Jesús también nos habrá resucitado a nosotros.