Mié
24
Dic
2014

Homilía Natividad del Señor

Os anuncio una buena noticia; una gran alegría para todo el Pueblo

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Una luz les brilló

El pueblo de Israel sufría el destierro bajo el dominio del imperio Asirio. En el lenguaje del profeta Isaías tal situación es descrita como un caminar en tinieblas, como habitar en tierra de sombras. La luz, por el contrario, para el profeta, es signo de liberación y de salvación de Dios. Por medio del profeta Isaías Dios anuncia al pueblo de Dios la salvación, que será obra de un niño que llegará a reinar como descendiente de David. Nosotros, a la luz del Nuevo Testamento, sabemos que la profecía tiene pleno cumplimiento en Jesucristo. Hoy celebramos su nacimiento como niño que nace rodeado de suma pobreza en Belén. Pero alargamos la vista a hasta su muerte y resurrección. Toda su vida es para nosotros luz que nos saca de nuestras tinieblas y nos comunica una justicia, un derecho y una paz de calidad no humana, sino divina.

  • La Salvación de todos los hombres

Jesucristo viene a salvar no directamente del yugo de los enemigos o del poder extranjero, sino de los “pecados”… del pasado de injusticia. De la salvación del pecado surgirá la liberación de los otros males. La salvación viene a significar hacer pasar de un estado de mal y de peligro a otro de bien y de seguridad. El mal y el peligro del pueblo están principalmente en sus “pecados”, en la injusticia de la sociedad, a la que todos contribuimos por la estructura del pecado. Este niño va a ser la presencia humanada de Dios en la tierra, y como tal será el Salvador.

El niño que nace es la revelación de Dios y la revelación del hombre. El misterio del hombre sólo se puede descifrar en Cristo, el cual revela el hombre al mismo hombre (cf. GS 22). Sin Cristo, el hombre no adquiere su pleno sentido. ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿De dónde vengo? ¿Para dónde voy? ¿Qué significa mi inteligencia, mi capacidad de amar, de ser libre? ¿Qué significan todos estos bienes que Dios ha puesto bajo mis pies? Cuando el hombre se olvida de Cristo, suele convertir todas esas capacidades humanas: inteligencia, libertad, amor, capacidad de dominar, de organizar la tierra, en un sistema de opresión, de esclavitud, de odio, de venganzas.

  • No temáis: os anuncio una gran noticia

El Ángel del Señor dice a los pastores: “Os anuncio una buena noticia; una gran alegría para todo el Pueblo: Hoy, en la Ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,10-12). El Niño de Belén ha nacido como el Salvador y Mesías esperado por el pueblo de Dios. Pero a la condición de Salvador y Mesías tal como la entendían los judíos se le añade algo completamente nuevo e inaudito: el Mesías y Salvador no es simplemente hombre. El Niño de Belén es, además, el Señor. Es decir: Dios, puesto que este apelativo con mayúscula en la Biblia se aplicaba exclusivamente a Dios, soberano y supremo señor de todo. En expresión de San Juan, Jesús es el Verbo hecho carne. Como tal, se unió a todo hombre y asumió la historia del género humano para salvarlos: es la Cabeza Salvadora de la humanidad (cf. GS 22).

El mensaje del Ángel del Señor carecería de valor y fuerza para los pastores si no diese unas señales convincentes. Y el Ángel se las da: primero en la refulgente luz que los envuelve y en la legión de ángeles que se unen cantando: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama”. Y en segundo lugar, por la aparición humilde y sumamente pobre del Niño, acompañado de sus padres, que habían de dejarles profundamente maravillados por la grandeza y dulzura sobrehumanas que, seguro, irradiaban en ese sorpresivo ambiente de un pesebre. Nosotros también debemos mostrar la señal de una vida semejante a la de Jesucristo: una vida humana vivida en la sencillez y con santidad divina. Así, confirmaremos nuestra propia fe y para los no creyentes seremos estímulo que les incite a creer en el Misterio de la Navidad, Misterio de encarnación de lo divino en lo humano.