Mié
31
Dic
2014

Evangelio del día

¡Cuidado! ¡No os dejéis engañar!

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 18-21

Hijos míos, es la última hora.
Habéis oído que iba a venir un anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es la última hora.
Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros.
En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis.
Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Salmo de hoy

Salmo 95, 1-2. 11-12. 13 R/. Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles bosque. R/.

Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.

Evangelio del día

Comienzo del santo evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Reflexión del Evangelio de hoy

  • «Hijos míos, es el momento final»

Es el último día del año 2014. Un año en el que hemos trabajado, hemos descansado y, seguramente, hemos estado en conversación frecuente con Dios. No, no hemos perdido el año.

Leyendo la carta de S. Juan podemos pensar que está escrita en los últimos años. El Anticristo parece estar presente entre nosotros. Miramos a un lado y vemos un paganismo creciente postrado ante el dios capital y su sacerdote el consumismo desaforado. Miramos al otro y encontramos profetas que nos predican que Dios ha muerto o nunca existió. Nos dicen que somos fruto de una gran explosión de materia concentrada, sin que nos aclaren de donde salió esa materia.

Juan nos ha advertido para que nos pongamos en situación de alerta para que estos anticristos, salidos de nuestras propias filas, no nos arrastren. Dios está siempre presente y nos ayuda a discernir entre el bien y el mal; entre la verdad y lo falso; entre quien confiesa que Cristo es el Ungido de Dios y el que lo niega.

  • «Vino a su casa pero los suyos no la recibieron»

Esta idea, que aparece en el fragmento que leemos en los versículos 10 y 11, es seguramente la menos meditada de todo el capítulo, sin dejar por eso de ser muy importante.

Ciertamente todo el capítulo rezuma esencia teológica; es seguramente lo más sublime que se ha escrito sobre Dios y la Palabra encarnada y la que compromete sin fisuras al hombre que se encuentra con ella.

La Palabra, Jesús, era la única y verdadera luz por la que podemos atisbar a Dios. Es el mismo Dios que se hace luz visible para todos los nacidos, para “todo hombre que viene a este mundo”. Es la luz que nos alumbra si queremos ver la realidad con su reflejo, pero que pasará desapercibida si cerramos los ojos y no queremos recibirla. Dios se ha acercado a nosotros, se ha hecho el encontradizo de la forma más familiar posible, encarnado en un tierno niño, pero no siempre queremos recibirlo, porque aceptarlo significaría adaptar nuestra vida a la vida de Jesús, enfrentarnos si fuera necesario a poner en peligro nuestra propia seguridad.

Es un riesgo posible que nos cuesta asumir y que con frecuencia rehuimos. Es esa luz que viene a nosotros y que nosotros dudamos si dejarla entrar o seguir con la puerta cerrada y la luz apagada, escondidos, tal vez avergonzados porque nos hemos descubierto desnudos y en nuestras dudas puede que pensemos y digamos: “abriré mañana”.

Queridos hermanos; queridas hermanas: que el Señor os llene de bendiciones durante el año que esta noche comienza. FELIZ 2015.

- ¿Cuántas veces a lo largo del día nos encontramos con el anticristo?
- ¿Cuántas veces le hemos resistido?
- Si Cristo llama a mi puerta, ¿estaré listo para abrirle?