Dom
21
Jul
2013

Homilía XVI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)

María ha escogido la parte mejor

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

La escena que narra Lucas pudo haber sucedido más o menos así: Marta, según las costumbres de aquella época, está haciendo las labores propias de su sexo: la limpieza, la cocina, la mesa, la atención a los invitados. María, por el contrario, se salta su papel de mujer y se atreve a realizar lo que sólo correspondía a los varones: estar sentada a los pies del maestro escuchándolo como discípula. Es lógico que a Marta le chocara grandemente aquello y que reprochara a su hermana tal actitud escandalosa y “revolucionaria” para una mujer –la de querer ser discípula–, y pide ayuda a Jesús para que intervenga y la haga volver a donde le corresponde estar como mujer: a la cocina y a las labores del hogar. Jesús se niega y defiende que lo que está haciendo María –ser discípula– está muy bien y es correcto para una mujer, no sólo para los hombres. Jesús da así el espaldarazo a María. Con lo que, no sólo es absolutamente revolucionaria la actitud de María, sino también la de Jesús, que admite a una mujer como discípula. Jesús rompió los moldes de su tiempo y de su sociedad para mostrarnos que en el Reino de Dios ya no hay distinciones. Las mujeres deben de una vez acceder a los ministerios y no estar sólo para labores de asistencia. ¿Por qué María estaba escuchando al Señor si no es para transmitirlo después como anunciadora del evangelio?

Es indudable que existió la llamada de Jesús a María para el discipulado, pues de lo contrario Lucas no hubiera contado algo que entonces no estaba bien visto: que un maestro tuviera discípulas. Los evangelios hablan de unas mujeres que viajaban con Jesús, le ayudaban económicamente con sus propios medios y estuvieron a su lado du-rante la crucifixión, cuando la mayoría de los discípulos varones, o acaso todos, le habían abandonado por miedo al peligro y la hostilidad. Ahora bien, ¿qué habilita para el discipulado mejor que ese constante servicio y esa fidelidad a Jesús incluso en la cruz? Si no se les llama “discípulas” es porque no existía ese femenino en hebreo ni en arameo. Pero no hay la menor duda de que las seguidoras de Jesús desempeñaron un papel simi-lar al de los discípulos y reunían las con¬diciones para ejercer el discipulado.

Así pues, uno de los aspectos de la novedad del Evangelio consiste en terminar con la marginación de la mujer dentro y fuera de la iglesia, porque, ante Dios, mujer y hombre tienen la misma dignidad y son igualmente hijos de Dios. No es posible, por otra parte, que Jesús ponga en segundo lugar la actividad diaria de Marta y de tantas mujeres amas de casa, que con gran sacrificio y poca valoración han llevado el peso de las familias. Lo de “la mejor parte” es una expresión de contraste para dar importancia al discipulado femenino, no para minusvalorar la acción de acoger a las personas en la propia casa. Y sobre todo para decir que esa parte –la de María– es «buena», ya que corresponde a la vo¬luntad de Dios y de él recibe su aprobación y calidad. Sin tapujos, podemos afirmar que en evangelio de Lucas se muestra que Dios quiere que las mujeres desempeñen el discipulado y todo lo que ello conlleva.

Además, dado el deseo de Lucas de presentar el cristianismo como una religión “respetable” que no amenazaba el orden romano, no parece pro¬bable que él crease la imagen, potencialmente escandalosa, de unas mu¬jeres –varias de ellas casadas– que viajaban por Galilea con Jesús y sus doce discípulos sin vigilancia de padres o esposos, si no hubiera sido verdad que Jesús veía y trataba a esas mujeres como discípulas.

“María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada”. El evangelista Lucas fue demasiado optimista al poner en boca de Jesús la promesa de que el discipulado –con todo lo que ello implica– nunca les sería arrebatado a las mujeres. La historia, por desgracia, nos dice otra cosa muy diferente.

Si Lucas, a través de la imagen de María, concede a las mujeres un lugar importante en la comunidad, como era el servicio de la Palabra, algo que ofrecían pocas religiones antiguas, ¿cómo no preguntarse hoy sobre el ministerio en la Iglesia ejercido por mujeres? ¿No evoca la escucha de María el ministerio de la Palabra? ¿No hace alusión el texto a los ministerios de las mujeres? Sentada a los pies del Maestro, una vez formada, ¿no iría a hacer que los otros se beneficiasen de su conocimiento de la buena nueva? “Aunque no lo diga expresamente, Lucas habría sido favorable a un ministerio pastoral desempeñado por una mujer” (Bovon).