Dom
21
Ene
2018

Homilía III Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

Convertíos y creed en el Evangelio

Introducción

Me parece conveniente, como labor periódica y saliendo de tantas fiestas, hacer referencia al sentido de las celebraciones litúrgicas. La liturgia, especialmente la eucarística, siempre necesitará de una pedagogía que ilumine las catequesis, a los que van descubriendo el sentido cristiano, para animación de la celebración resaltando los contenidos, es decir, para hacerla participativa…

En la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II se proponían cambios “para acrecentar la vida cristiana de los fieles, adaptarse mejor a las necesidades de nuestros tiempos, promover todo lo que pueda contribuir a la unión de los creyentes en Jesucristo y para dar esplendor al testimonio cristiano de ser iglesia”.

Dos luces para toda acción litúrgica: “la liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo” y “el considerar el antes, el ahora y el después de cada una de sus acciones especialmente de la eucarística”.

Después de Navidad, con el Adviento y la Epifanía entramos en el tiempo llamado ”tiempo ordinario”  y para este año el conductor será el evangelista San Marcos, con sus características propias. En este Domomingo III nos introduce de lleno en la predicación de Jesús: Buena Nueva para la humanidad…

Marcos presenta a Jesús, en la primera parte de su relato, predicando en “la Galilea de los desamparados”. Va proclamando la Buena Noticia de Dios. Enseña con su pedagogía y la fuerza sanadora del alma y del cuerpo. Son los gestos por los que se hace conocer como la novedad esperanzadora, y las gentes llegan a sentirlos como fuerza liberadora. No enseña con la autoridad de los maestros de la ley.

Llama a algunos que lo dejan todo y se van con Él para colaborar en la creación y extensión de la Buena Noticia.