Dom
15
Jun
2025

Homilía La Santísima Trinidad

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

El Espíritu de la verdad os guiará

Pautas para la homilía de hoy


Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

La primera lectura de hoy nos habla de la Sabiduría de Dios que, antes de existir el mundo, ya había sido engendrada. A la luz del Nuevo Testamento, la Iglesia ha identificado esta Sabiduría con el Verbo que se iba a encarnar, con el Hijo eterno de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Este Hijo, hecho hombre en Jesucristo, es el camino que nos conduce a Dios, juntamente con el Espíritu, que procede del Padre y del Hijo y es igualmente Dios, tal como confesaron los Obispos en Nicea, en el primer Concilio de la Iglesia. Por cierto, es año celebramos los 1.700 años de este Concilio. 

La fiesta de la Santísima Trinidad es la fiesta de los cristianos. Se puede ir más allá y decir que es la fiesta de todos los seres humanos. Desgraciadamente no todos se enteran de que es verdad tanta belleza. Es la fiesta de todos los humanos, porque todos hemos sido creados a imagen de la Trinidad, a imagen de Dios. Y Dios es relación subsistente de Amor, comunión de personas. Al crear al ser humano, lo creo a su imagen. Por eso, todos los humanos estamos llamados a vivir en el amor y realizar, a nuestro nivel, esta relación de Amor que se encuentra en el seno de Dios. Además, en cada uno de nosotros hay una huella de cada persona divina. La inteligencia humana es un reflejo del “Logos”, del Verbo divino; el impulso que todos tenemos hacia el Amor es un reflejo del Espíritu de Amor por el que se aman el Padre y el Hijo. Y la vida es un reflejo del Padre, Principio sin principio, del que procede toda Vida. 

Los bautizados, además de reflejar la imagen de Dios, son conscientes de esta presencia. Pues el acto creador, como tal, no establece la reciprocidad. El acto creador es un acto de amor y ternura paternal por parte de Dios, pero no implica necesariamente la respuesta agradecida del ser humano. Para que dos personas estén presentes una a la otra, no basta con que estén físicamente juntas. Es necesario que cada una esté espiritualmente presente en la otra, y esto sólo puede hacerse por el conocimiento y el amor. Así se comprende que los cristianos tienen una relación personal y personalizada con cada una de las personas del único Dios: son hijos del Padre, hermanos del Hijo y templos, sagrarios o amigos (porque el amigo es el que están en mi corazón) del Espíritu Santo. 

Esta relación personalizada les hace hijos adoptivos de Dios, establece una amistad profunda con Dios. Somos amigos de Dios. ¡Parece una cosa increíble, pero es así! Increíble, porque lo que espontáneamente nos nace es decir que Dios es “Señor” y que, como todo señor, quiere súbditos sumisos. No es así en el caso del Dios revelado en Jesucristo, como Padre amante y amoroso. Nuestra relación con él no se sitúa en el terreno del deber, de la ley, de la sumisión, sino de la libertad, de la gracia y del amor. 

En todo caso, debe quedar claro que nosotros no nos relacionamos con las personas divinas por separado, pues cada una reenvía nuestra mirada y nuestro corazón a las otras dos: el Padre al Hijo, el Hijo al Padre, El Padre y el Hijo al Espíritu, el Espíritu al Padre y al Hijo. Aunque no es menos cierto que en este intercambio perfecto cada una es amada y conocida en lo que es propiamente suyo: el Padre como fuente de vida, el Hijo como luz que ilumina nuestra vida, el Espíritu como amor que nos llena de Dios. 

En resumen, al haber sido creados a imagen de un Dios, Trinidad de personas, resulta que en cada uno de nosotros hay un reflejo trinitario. Estamos hechos para el amor y solo en el encuentro amoroso nos encontramos a nosotros mismos. Como muy bien ha escrito el Papa Francisco: “la persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas”.

Evangelio de hoy en vídeo



Fray Martín Gelabert Ballester

Fray Martín Gelabert Ballester
Convento de San Vicente Ferrer (Valencia)

Soy un religioso dominico, nacido en Manacor (Baleares). Durante casi toda mi vida religiosa he residido en los distintos conventos de Valencia, excepto dos años que pasé en Barcelona y cuatro que estuve en la Universidad de Friburgo, por razón de estudios. He dedicado mi vida a la enseñanza de la Teología y a la predicación. He sido Decano de la Facultad de Teología de Valencia, Provincial de la Provincia de Aragón de la Orden de Predicadores, Prior de los dos conventos de Valencia y del convento de Torrent y Maestro de estudiantes. He publicado unos 20 libros y muchos artículos en revistas teológicas y muchos más artículos de divulgación teológica. Actualmente soy el Vicario Episcopal para la Vida religiosa de la diócesis de Valencia. Dispongo de un blog, en esta misma página de dominicos, en donde comento cuestiones de teología y de actualidad eclesial.

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