
Jun
Evangelio del día
“ Te ruego por ellos ”
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 17-27
En aquellos días, Pablo, desde Mileto, envió recado a Éfeso para que vinieran los presbíteros de la Iglesia. Cuando se presentaron, les dijo:
«Vosotros habéis comprobado cómo he procedido con vosotros todo el tiempo que he estado aquí, desde el primer día en que puse el pie en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, con lágrimas y en medio de las pruebas que me sobrevinieron por las maquinaciones de los judíos; cómo no he omitido por miedo nada de cuanto os pudiera aprovechar, predicando y enseñando en público y en privado, dando solemne testimonio tanto a judíos como a griegos, para que se convirtieran a Dios y creyeran en nuestro Señor Jesús.
Y ahora, mirad, me dirijo a Jerusalén, encadenado por el Espíritu. No sé lo que me pasará allí, salvo que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me da testimonio de que me aguardan cadenas y tribulaciones. Pero a mí no me importa la vida, sino completar mi carrera y consumar el ministerio que recibí del Señor Jesús: ser testigo del Evangelio de la gracia de Dios.
Y ahora, mirad: sé que ninguno de vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino, volverá a ver mi rostro. Por eso testifico en el día de hoy que estoy limpio de la sangre de todos: pues no tuve miedo de anunciaros enteramente el plan de Dios».
Salmo de hoy
Salmo 67, 10-11. 20-21 R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios
Derramaste en tu heredad, oh, Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh, Dios,
preparó para los pobres. R/.
Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 1-11a
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
“No sé lo que me pasará allí”
Cuando se leen despacio Los Hechos de los Apóstoles, pareciera que estamos leyendo una novela de aventuras de las primeras comunidades cristianas. Pero no. Es una narración bien pensada y estructurada por Lucas, donde Pablo es uno de los principales protagonistas; quizá sería más propio decir “agonista”, equivalente a luchador, combatiente cual más ante las vicisitudes que la predicación conlleva y que él experimentó en carne propia. Pablo no quiere volver a Éfeso donde pasó tres años y dejó bien asentada la comunidad; pero sí quiere despedirse de los responsables de la comunidad y los reúne en Mileto. A ellos abre su corazón dolorido y agradecido.
Su tono es de despedida, de testamento espiritual. Hace repaso de su vida en voz alta. No hay reproches en sus palabras. Parte para Jerusalén, sin saber bien lo que allí le va a pasar, pero intuye y es consciente de que allí donde va, le esperan tribulaciones, acusaciones y, tal vez, prisión. No le importa con tal de que la fidelidad al Señor Jesús y su evangelio llegue a buen término. Confía en la fidelidad de los responsables de la comunidad. Ese final: “no me hago responsable de lo que os suceda en adelante”, no quiere decir que se lave las manos y no quiera saber más de ellos. No. Es signo claro de la confianza que en ellos ha puesto y que, si no se apartan de la doctrina que les ha enseñado, podrán mantener la fe, la cohesión, la vida y buena noticia de Jesús en las comunidades por él fundadas.
Los tonos de despedida siempre tienen un no sé qué de nostalgia y tristeza comprensible. Pablo, a pesar de su fortaleza interior, tiene su corazoncito y le duele dejar a los responsables un tanto desvalidos. Saber partir es una sabia actitud cristiana porque la misión evangelizadora impele a ir siempre más allá, dejándose llevar por el Espíritu de Dios que nunca falla.
"Te ruego por ellos"
El evangelio que hoy proclamamos es una oración compuesta de varios retazos, que Juan pone en boca de Jesús; es un “tengo que irme, pero no quiero dejaros solos”. Como en el caso de Pablo en la primera lectura, tiene también tono de despedida. Suele decirse que las peores despedidas son aquellas que no se dijeron. No es el caso, como hemos visto de Pablo, y menos de Jesús, aunque “haya llegado la hora”. Jesús da gracias al Padre por haberle dado a conocer a los que conoció y llamó por su nombre de forma directa, sin reproches por ser como eran, porque aceptaron su palabra y lo aceptaron a él, Jesús, como la Palabra del Padre.
En esta oración/súplica Jesús ruega por sus amigos de los que le duele separarse. ¡Cuánta humanidad en este Jesús joánico! Todo el evangelio de Juan es un tratado sobre la amistad. Sin ella, la “buena noticia” no tendría sentido alguno. Hay un tira y afloja en todo el texto que nos da el tono sensible de Jesús, por eso les promete que su Espíritu, el de Dios, estará siempre con ellos. Pentecostés está a la vuelta de la esquina.
Hay honda querencia en Jesús por los que le han acompañado, por los que han sido sus amigos. Hay una resistencia a separarse. “La vida me ha enseñado a decir adiós a la gente que quiero, sin sacarlos de mi corazón”. (Ch. Chaplin). Eso hizo Jesús, porque sabía que era un “hasta luego”. Y en ello seguimos. A los lectores de este comentario, para no alargarme demasiado, les sugiero que lean (por extraño que resulte) el poema de Pedro Salinas: “Serás amor un largo adiós que no se acaba…” Ayuda a comprender esta oración de despedida de Jesús. Porque el evangelio de Juan es, también, poesía desde el inicio.
¿En qué medida cumplo en mi vida lo de Pablo: “he cumplido el encargo que me dio el Señor, ser testigo del Evangelio”? El evangelio leído tiene un fondo de esperanza, la que transmite Jesús a sus discípulos. Repásalo y escribe la frase que más te haya llegado al corazón.