
Jun
Homilía Domingo de Pentecostés
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)
“ Se llenaron todos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en diversas lenguas ”
Introducción al Evangelio del día
La solemnidad de Pentecostés cierra la cincuentena pascual y al mismo tiempo, nos recuerda que la Iglesia nace gracias al Espíritu, que con su fuerza creadora renueva, recrea y revitaliza.
Los Hechos de los Apóstoles nos dicen: «Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar». Ya existía en Israel, desde el Antiguo Testamento, una fiesta que convocaba a todos los judíos para estas fechas. En un primer momento, fue la fiesta de las siete semanas o de la cosecha, cuando se ofrecía a Dios la primicia del trigo. Con el tiempo, un nuevo significado enriqueció su contenido: era la fiesta de la entrega de la Ley en el monte Sinaí, y de la Alianza.
El Pentecostés cristiano, don pascual por excelencia, es la nueva ley que el Padre y el Hijo, escriben en los corazones humanos por la fuerza del amor, como sello de la Alianza nueva y eterna.
La dinámica divina invade a un grupo de personas con una experiencia única. El primer efecto sensible es el entusiasmo con que proclaman las maravillas de Dios en todos los idiomas.
Entusiasmo es literalmente endiosamiento, plenitud de Dios y, de una manera tan extraña, que muchos de los que lo ven no llegan a comprenderlo, y lo interpretan falsamente como una euforia de ebriedad.
El Espíritu les llena de sabiduría, de alegría contagiosa. Los discípulos, antes apocados, se convierten en testigos intrépidos, que pregonan en todos los idiomas las maravillas de Dios.