Lun
22
Abr
2013

Evangelio del día

Cuarta Semana de Pascua

Yo soy la puerta. Quien entra por mi se salvará

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 11, 1-18

En aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la circuncisión le dijeron en son de reproche:
«Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos».
Pedro entonces comenzó a exponerles los hechos por su orden, diciendo:
«Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: una especie de recipiente que bajaba, semejante a un gran lienzo que era descolgado del cielo sostenido por los cuatro extremos, hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y pájaros del cielo. Luego oí una voz que me decía: “Levántate, Pedro, mata y come”. Yo respondí: «De ningún modo, Señor, pues nunca entró en mi boca cosa profana o impura”. Pero la voz del cielo habló de nuevo: «Lo que Dios ha purificado, tú no lo consideres profano”. Esto sucedió hasta tres veces, y de un tirón lo subieron todo de nuevo al cielo.
En aquel preciso momento llegaron a la casa donde estábamos tres hombres enviados desde Cesarea en busca mía. Entonces el Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: “Manda recado a Jafa y haz venir a Simón, llamado Pedro; él te dirá palabras que traerán la salvación a ti y a tu casa”.
En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; entonces me acordé de lo que el Señor había dicho: “Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo”. Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?».
Oyendo esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo:
«Así pues, también a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida».

Salmo de hoy

Salmo 41, 2-3; 42, 3. 4 R/. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R/.

Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “También a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida”

Escuchando esta lectura hoy, nos puede extrañar el reproche que los cristianos de Jerusalén le hacen a Pedro. Para entenderlo debemos situarnos en sus circunstancias: eran conversos del judaísmo, aunque creían en Cristo, les costaba renunciar a sus prerrogativas como pueblo de Dios, por eso defienden la circuncisión y el cumplimiento de sus leyes en cuanto compartir alimentos con los infieles, es el motivo por el que echan en cara a Pedro su condescendencia, entendiéndola como debilidad. Su situación era un poco difícil, tenía que seguir formando a los judíos conversos a la vez que abría las puertas a “los odiados gentiles”; la salvación de Cristo era para toda la humanidad, así lo entiende Pedro con aquella visión y así lo realizó por la fuerza del Espíritu Santo que en la casa de Cornelio se posó sobre aquellos gentiles. Pedro ha actuado conforme a lo que Dios le pedía.

Muchas veces entre nosotros surgen voces discordantes porque la Iglesia actúa con calma o de modo distinto al que nosotros creemos que debía hacer. Aprendamos la lección, dejemos que el Espíritu Santo actúe y oremos para que el Magisterio de la Iglesia se deje impulsar siempre por Él.

  • “Yo soy la puerta. Quien entra por mi se salvará”

En este pasaje Jesús se manifiesta, a la vez, como Pastor y como Puerta. Describe una situación pastoril, que aun hoy, se vive en Palestina; cada pastor llama a sus ovejas con un grito característico, ellas conocen esa voz y agrupándose junto a él, le siguen; no ocurre así cuando la voz es de un extraño, se asustan y huyen.

Jesús se identifica con la puerta del redil, quien pasa por ella, por el Don de la fe, escuchará la voz de su Pastor, se identificará con Él, le seguirá, y encontrará buen pasto espiritual. Porque Cristo vino a dar vida en abundancia. Jesús sigue con nosotros, pero ha dejado a sus legítimos sucesores para que, como buenos pastores, acompañen al rebaño y con la fuerza del Espíritu, lo lleve a buenos pastos, instruyéndoles con su doctrina, cuidando y respetando la sana tradición recibida de los apóstoles y de los Padres de la Iglesia. Escuchemos con fe su mensaje y recordemos la promesa de Cristo “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”. Y aunque como humanos no faltan en su Iglesia grandes defectos, todos participamos de la santidad de Cristo.