Lun
21
Dic
2020

Evangelio del día

Cuarta semana de Adviento

¡Bendita tú entre las mujeres!

Primera lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares 2, 8-14:

¡La voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan su perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».

Salmo de hoy

Salmo 32, 2-3. 11-12. 20-21 R/. Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo

Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R/.

El plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

¡La voz de mi Amado! Mirad: ya viene

¡Llega el Amado!

Sólo la belleza del lenguaje poético puede expresar lo que sólo un corazón enamorado es capaz de percibir. Dios viene como un amante, loco de amor por su criatura. Él toma la iniciativa; y lo primero que nos llega de su presencia es su “voz”, su “acercarse”, su “mirada” que nos busca, nos anhela, nos espera. No nos invade, ni se impone; está aquí, en la ventana de nuestra vida, esperando que la abramos, y que  le dejemos colarse en nuestra casa para poner en ella un poco de luz, de esperanza, de sentido. Está aquí, y nos habla invitándonos a ponernos en pie, a quienes nos sentimos tantas veces sin ganas y sin razones para la esperanza.

Es la palabra del Amor la que me levanta, la que me devuelve la confianza en Él, en mí, en quienes me rodean, en la vida. ¡Y necesitamos tanto escuchar esta palabra para salir de nuestros inviernos! Y nuestro mundo también necesita escucharla. En este momento, más que nunca, nuestra misión es decir a cada persona que es hermosa, y que es amada; y no sólo decírselo, sino hacerle sentir a través de nuestros gestos,  y nuestra presencia cercana y acogedora, que realmente su vida es valiosa.

Vivimos tiempos en que hay demasiadas vidas caídas o a punto de caer. Vidas despojadas, empobrecidas, exiliadas, abandonadas, despreciadas, ignoradas, silenciadas, maltratadas. Seguro que a algunas de ellas las ponemos rostro y nombre; otras muchas quizás nos resulten anónimas. Pero todas ellas existen, tienen su historia y a cada una de ellas Dios le habla con la voz del amor como en el Cantar de los Cantares: “Levántate, amada mía, hermosa mía y ven. Mira, el invierno ha pasado”.

En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre

Si en el Cantar de los Cantares es “el Amado” el que se pone en camino hacia la amada, ahora es María quien, impulsada por el Amor que se gesta y crece en su seno, se pone en camino, presurosa, hacia el encuentro con otra mujer, también portadora de vida.

En un pueblo de Judá, sin nombre, y en medio de la cotidianidad del día a día, ambas comparten, en la complicidad de quienes se sienten bendecidas por el Dios que hace fecunda la vida, la alegría que brota en su interior y que necesita comunicarse.

La alegría verdadera, es siempre agradecida. Porque  reconocer su origen en Aquel que se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta” (Profeta Sofonías 3, 14 y ss). Y no sólo es agradecida, sino expansiva porque brota de una sobreabundancia del amor que lleva en su propio dinamismo el movimiento de salir de sí, de entrega y de servicio.

Cada día nos levantamos, nos ponemos en pie para iniciar nuestra jornada. ¿Hacia dónde o hacia quiénes se dirigen hoy nuestros pies? ¿Cuáles son nuestras “visitas” previstas? ¿Qué llevamos dentro que necesitamos compartir? ¿Somos capaces de reconocer la vida que está latiendo a nuestro lado y en nuestro ser?

A las puertas ya de la Navidad, dejémonos en este día visitar por aquella que nos trae al esperado de los tiempos. Que la alegría de la madre, nos ayude a reconocer la presencia del Hijo en nuestra realidad y que esta presencia nos haga saltar de alegría para ponernos en marcha hacia el encuentro de quienes esperan también nuestra visita y nuestra cercanía solidaria. Dejemos tiempo hoy al encuentro, a los encuentros; alegrémonos de la vida de quienes nos rodean y de la nuestra. Demos tiempo a lo importante que está casi siempre en las cosas pequeñas que con frecuencia no valoramos. Y mantengamos una esperanza activa, que intenta recorrer los caminos de la justicia, la paz y la misericordia; porque tenemos la fe de que “lo que nos ha dicho el Señor, se cumplirá.”