Vie
17
May
2019

Evangelio del día

Cuarta Semana de Pascua

Yo soy el camino, y la verdad y la vida

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 26-33

En aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
«Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo:
“Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».

Salmo de hoy

Salmo 2, 6-7. 8-9. 10-11 y 12a R/. Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy

«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy. R/.

Pídemelo:
te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». R/.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».

Reflexión del Evangelio de hoy

Pero Dios lo resucitó de entre los muertos

En el fragmento de los Hechos de la Apóstoles que leemos hoy, se nos relata cómo habiendo llegado Pablo a Antioquía, se dirige tanto a los hebreos como a los que no lo son, recordándoles como los habitantes de Jerusalén hicieron oídos sordos a la doctrina de Jesús, ni tampoco entendieron las profecías que se referían a Él, pero, sin embargo, les dieron cumplimiento, pues lo condenaron a muerte e incitaron a Pilato a que lo hiciera, a pesar de no haber encontrado motivo que mereciera tal castigo. Lo enterraron y así se cumplió lo que estaba escrito, resucitándolo Dios de entre los muertos y apareciéndose a los que lo habían acompañado desde Galilea.

Así se ha cumplido en nuestros días la promesa que Dios hizo a nuestros padres resucitando a Jesús.

Es paradójico el ver como a lo largo de la historia, se realizan acciones que podríamos considerar como reprobables, y que vienen a consolidar o, a hacer realidad, los designios que Dios tenía pensados para un momento determinado.

Ver cómo es de maleable la voluntad humana cuando se sabe manipular, los habitantes de Jerusalén, que habían recibido con alegría y algazara, a Jesús como el "enviado en el nombre del Señor", el "hijo de David", apenas cuatro días más tarde, son capaces de gritar desgañitándose "crucifícalo, crucifícalo"; y así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas.

En el salmo segundo se expresa: "Tú eres mi hijo. Yo te he engendrado hoy", ratificando que Él es el enviado.

Nadie va al Padre si no es por mi

Juan en su largo relato de la última cena, nos refiere, en este fragmento, como Jesús poco a poco va dando instrucciones a los Apóstoles y se va despidiendo pues está cerca su hora.

Intenta tranquilizarlos insistiéndoles que sigan creyendo en Dios y, por lo tanto, en Él pues se va a prepararles un sitio en la Casa del Padre y, más tarde, volverá y los llevará consigo para que allá donde Él esté estén, también, los Apóstoles.

Tomás, el racionalista, el que quiere que todo sea palpable, le dice: "no sabemos a dónde vas ¿cómo vamos a saber el camino?". Jesús le responde que Él es el camino, o sea, la única forma de poder llegar al Padre, la verdad, como ratificando la divinidad de Cristo, y la vida, es decir, la meta que hay que alcanzar, la gloria definitiva, la vida eterna. Y para reafirmar lo dicho les advierte: "nadie va al Padre si no es por mi".

Ante estas afirmaciones de Jesús, debemos ratificarnos en nuestra fe, no dejarnos embaucar por "cantos de sirena", nada ni nadie de este mundo puede darnos un programa de vida tan claro y rotundo como el que nos presenta Jesús, Él es el verdadero camino para alcanzar la vida eterna, nadie puede llevarnos al Padre si no cuenta, sobretodo y fundamentalmente, con Él.

Nuestra vida carecería de sentido si no estuviera enfocada hacia el camino que nos marca Jesús, todo lo demás nos puede resultar apetecible, pero nos desvía de nuestra auténtica meta.

¿Es Jesús nuestro camino?

¿Tenemos claro a donde queremos llegar y con quien?