Sáb
25
May
2019

Evangelio del día

Quinta Semana de Pascua

No es el siervo más que su amo

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16, 1-10

En aquellos días, Pablo llegó a Derbe y luego a Listra. Había alli un discipulo que se llamaba Timoteo, hijo de una judía creyente, pero de padre griego. Los hermanos de Listra y de Iconio daban buenos informes de él. Pablo quiso que fuera con él y, puesto que todos sabían que su padre era griego, por consideración a los judíos de la región, lo tomó y lo hizo circuncidar.
Al pasar por las ciudades, comunicaban las decisiones de los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para que las observasen. Las iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día.
Atravesaron Frigia y la región de Galacia, al haberles impedido el Espíritu Santo anunciar la palabra en Asia. Al llegar cerca de Misia, intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió. Entonces dejaron Misia a un lado y bajaron a Tróade.
Aquella noche Pablo tuvo una visión: se le apareció un macedonio, de pie, que le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos».
Apenas tuvo la visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros de que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio.

Salmo de hoy

Salmo 99, 1-2. 3. 5 R/. Aclama al Señor, tierra entera

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 18-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

Reflexión del Evangelio de hoy

El Espíritu Santo guía a Pablo y Timoteo

Siguen las “correrías” apostólicas de Pablo predicando el evangelio de Jesús. Separado de Bernabé, elige a Timoteo como compañero de su predicación. Al que sorprendentemente manda circuncidar.

Se nos relata las ciudades donde van, las ciudades donde querían ir y no van. El protagonista de las decisiones que les llevan a unas ciudades y no a otras es el Espíritu Santo. “Como el Espíritu Santo les impidió anunciar la palabras en la provincia de Asia… Intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió”. Se cumple las promesa de Jesús de enviarles el Espíritu para que guíe sus pasos: “Si me fuere os enviaré al Abogado… cuando viniere Aquel, el Espíritu de verdad, os guiará a la verdad completa”.

 Pablo, Timoteo y cualquiera de nosotros debemos acoger y dejarnos guiar por el prometido Espíritu Santo que nos llevará por los caminos que conducen a la vida y vida en abundancia

No es el siervo más que su amo

Para San Juan, el mundo no es el lugar donde habitamos los hombres, sino el enemigo de Dios y de Jesús. De ahí todas las afirmaciones que encontramos en el pasaje evangélico de hoy.

Jesús también afirma: “No es el siervo más que su amo”. Y saca las consecuencias: lo que le pasó al amo les pasará a sus siervos. Es decir, lo que pasó a Jesús nos pasará a sus seguidores.  

En el plano negativo: el mundo odió a Jesús, también nos odiará a sus seguidores. Si persiguieron a Jesús, también sus servidores seremos perseguidos. Pero en el plano positivo: “Si han guardado mi Palabra, también guardarán la vuestra”.

Ampliando las afirmaciones de Jesús. Hemos de ir en contra del mundo, de la contraria manera de pensar el mundo de Jesús. Siempre nos hemos de quedar con Jesús y su manera de vivir que hemos de copiar. Por este mismo motivo, hemos de amar con intensidad a todos los habitantes del mundo, del planeta tierra, porque son nuestros hermanos a los que Jesús amó y vino a salvar y a los que  nos ha confiado a nosotros para que sigamos su labor salvadora y liberadora, viviendo y predicando su evangelio.