Dom
27
Jun
2010

Homilía XIII Domingo del Tiempo Ordinario

Año litúrgico 2009 - 2010 - (Ciclo C)

Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado

Introducción

La cuestión de la asimilación del cristiano al mundo siempre ha sido un tema de primer orden desde el origen del cristianismo. En otras palabras, la definición de lo peculiar de la vivencia cristiana dentro de una determinada sociedad y cultura fue esencial en el proceso de constitución de la Iglesia. Una Iglesia que ha de ser constitutivamente encarnativa en el entorno en el que se desarrolla y florece, pero que a la vez ha de ofrecer una clara y definida propuesta vital. En este sentido, en nuestra sociedad occidental actual la pregunta por la identidad cristiana in medium mundi cobra nuevo interés. En efecto, podemos y debemos discernir personal y comunitariamente qué tiene de particular nuestra vida ordinaria respecto de los no cristianos, si hay algún elemento que la haga claramente distinta de una vida no cristiana. Si la respuesta es negativa, podríamos encontrarnos ante una buena explicación de la escasa significación del cristianismo en nuestra sociedad. Si vivo como un no cristiano, ¿merece la pena pertenecer al grupo de los cristianos? ¿Tiene algún sentido? Las lecturas de hoy pueden ayudarnos a reflexionar y dar respuesta a estas cuestiones. Proponemos recorrer estas lecturas desde el influjo de Pentecostés que marca toda la liturgia postpascual del Tiempo Ordinario y que, por ende, da la orientación de la existencia ordinaria del pueblo cristiano. Desde esta perspectiva pentecostal, Pablo nos ayuda a formular un principio para esta respuesta: para ser libres nos liberó el Señor.