Jue
14
May
2020

Evangelio del día

Quinta Semana de Pascua

Permaneced en mi amor

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 15-17. 20-26

En aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos (había reunidas unas ciento veinte personas) y dijo:
«Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, el que hizo de guía de los que arrestaron a Jesús, pues era de nuestro grupo y le cupo en suerte compartir este ministerio.
Y es que en el libro de los Salmos está escrito: «Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella», y también: «Que su cargo lo ocupe otro».
Es necesario, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús, comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección».
Propusieron dos: José, llamado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezando, dijeron:
«Señor, tú que penetras el corazón de todos, muéstranos a cuál de los dos has elegido para que ocupe el puesto de este ministerio y apostolado, del que ha prevaricado Judas para marcharse a su propio puesto».
Les repartieron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.

Salmo de hoy

Salmo 112, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R/.

De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. R/.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?. R/.

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento:
que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

La suerte cayó sobre Matías

Estamos en el comienzo del libro de los Hechos de los Apóstoles, donde Lucas nos presenta el relato de la elección de Matías. En la escena anterior, se nos ha dicho que los once discípulos estaban en Jerusalén, en una casa junto a otros hermanos y algunas mujeres entre las que se encontraba María, la madre de Jesús. Todos se hallaban expectantes, el Señor ha resucitado, ¿pero que les toca a ellos hacer ahora? En medio de la incertidumbre, el miedo, pero también la esperanza de que el Espíritu de la vida está al llegar, ellos perseveraban en la oración, haciendo de ella algo fundamental y permanente para mantenerse unidos y confiados.

Uno de esos días, Pedro puesto en pie, con autoridad para dirigirse a los allí reunidos (unos ciento veinte, número suficiente para iniciar la comunidad cristiana), proclama su primer discurso cuya finalidad es la elección de un discípulo que ocupe el lugar de Judas, el traidor. Los requisitos para formar parte del grupo de los Doce están claros: 1) uno de los que haya convivido con Jesús desde el inicio de su misión hasta su ascensión al cielo y 2) Ser testigo de su resurrección. Lucas insiste que el grupo de los Doce tiene que estar compuesto antes de la venida de Pentecostés, momento en el que comenzará el camino y la misión de la Iglesia.

Los candidatos propuestos ante la comunidad reunida son dos: José y Matías. Ambos eran discípulos elegidos por el mismo Jesús, por ello oran para pedir a Dios que les revele cuál de los dos es más idóneo para el ministerio del apostolado. Y la suerte cayó sobre Matías, Dios ha actuado en medio de la comunidad eligiendo a un nuevo apóstol, proclamando que el Señor es báculo seguro sobre el que ha de apoyarse la iglesia naciente.

Hoy celebramos san Matías, el discípulo llamado a formar parte de ese núcleo de los Doce sobre el que recae la misión de hacer crecer y afianzar la iglesia. Gracias a él todo está preparado para que en el relato siguiente el Espíritu descienda sobre los Doce el día de Pentecostés.

Permaneced en mi amor

El evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre dos acciones fundamentales para los seguidores de Jesús: permanecer y amar. Juan presenta en su relato a Jesús en íntima relación con Dios Padre. Él anuncia a los discípulos que la fuente de su amor por ellos es el amor que el Padre le tiene: Cómo el padre me amó yo también os he amado a vosotros. (v 9a). Una relación amorosa que vincula a Dios que envía y al Enviado. Puesto que el Padre ama con un amor entrañable a su hijo, Jesús manda a sus discípulos que formen parte de esta comunión permaneciendo en su amor (v 9b). Permanecer no significa quedarse inmóvil, esperando a que algo suceda, sino todo lo contrario, implica orientar nuestra vida al estilo de Jesús cumpliendo sus mandamientos ¿estamos dispuestos/as a permanecer en su amor y dejarnos transformar por él?

Ser un discípulo que permanece en el amor de Jesús significa “hacer” algo. Si la vida de Jesús se fundamenta en hacer la voluntad del Padre y permanecer en su amor, los discípulos tienen que hacer lo mismo en la persona de Jesús. La alegría que engendra el amor, la comunión, la permanencia, la intimidad con el Padre, se hará presente también en los discípulos que han mantenido su fe en el Maestro. Jesús inserta así a los discípulos en “una cadena de amor” que hay que vivir y transmitir.

El mandato de Jesús de amar no es algo nuevo, en su discurso de despedida (cf. 13,34-35) ya se lo había encomendado a los discípulos. Ellos han de amarse con un amor auténtico, continuo y para toda la vida. La medida de su amor es el amor de Jesús, que entrega la vida por sus amigos, y se convierte en modelo de todo amor cristiano. Los amigos de Jesús deben responder a su amor haciendo lo que él les manda (v. 14), es decir, amándose unos a otros como él los ha amado (v. 12; 13,34).

El amor de Jesús ha establecido unas relaciones nuevas. Sus seguidores no son siervos sometidos a otros, sino amigos, compañeros íntimos, a los que ama sin límites. Ellos han sido elegidos por Él y serán enviados para dar fruto y que ese fruto perdure. Las palabras del Señor sobre la elección de los discípulos y su nueva situación como amigos concluyen con una confirmación del mandamiento del amor. Permanecer en Jesús y dar mucho fruto, trae consigo hacer de nuestro mundo un mundo de hermanos, donde el amor es lo que caracteriza las relaciones humanas. El amor hasta el extremo de Jesús es lo que debe definir la vida del discípulo, lo que Jesús ha hecho por cada uno de nosotros exige que nos amemos como él los ha amado. ¿Creemos esto? ¿estamos dispuestos/as a amar con su mismo amor?