Evangelio del día
Vigésimo segunda Semana del Tiempo Ordinario

Del día 28 de Agosto al 3 de Septiembre de 2011

El que pierda su vida por mí la encontrará

Introducción a la semana

Preocupaba a los Tesalonicenses la suerte de los difuntos, sobre todo de los que no habrían muerto todavía cuando el Señor volviera (cosa que se esperaba como algo inminente). Pablo les aclara un poco más este misterio, asegurándoles que todos los que hayan vivido rectamente estarán con él para siempre, tanto los que ya se anticiparon como los demás, que serán transformados el día de su venida (el Apóstol parece que también estaba persuadido de esa venida próxima). No obstante, les exhorta a vivir vigilantes, ya que ese día vendrá de incógnito, como un ladrón en la noche.

Desde el miércoles, se lee la carta a los Colosenses, que responde en parte a dificultades suscitadas por algunas corrientes esotéricas en esa comunidad. Pablo da gracias por la fe que se vive en Colosas y pide por esos fieles, redimidos por la sangre de Cristo. Y se eleva en seguida –utilizando probablemente un himno ya existente en la liturgia- a la consideración de Cristo en su dimensión cósmica: como Hijo querido del Padre, no sólo es el Salvador de la humanidad, sino también creador de todo cuanto existe, incluidos los “poderes espirituales” (seres intermedios que parecen gobernar el mundo al margen de Cristo), y reconciliador de todas las cosas con Dios. Es una visión grandiosa, que no deja nada fuera del influjo universal de Cristo.

Los pasajes evangélicos son ahora de Lucas (veníamos leyendo a Mateo). Nos presenta a Jesús en la sinagoga de Nazaret, el pueblo de su infancia, donde le invitan a leer un fragmento de la Escritura: el ungido por el Espíritu es enviado a evangelizar a los pobres (Isaías 61); Jesús afirma que eso se ha cumplido “hoy” (en él mismo), lo cual desencadena una reacción de rechazo en los que le escuchan. Las curaciones que lleva a cabo ponen de manifiesto que la profecía se está haciendo realidad. Elige a unos discípulos que compartirán esa misma tarea evangelizadora. Advierte que la novedad que viene a traer exige renovación en sus destinatarios (“odres nuevos”), ya que devuelve a la ley de Dios el sentido que habían alterado algunos comentaristas judíos.

San Juan Bautista, precursor del Señor en la predicación, lo fue también en la muerte violenta que sufrió.- El papa san Gregorio Magno ejerció una gran influencia en la actividad misionera de la Iglesia y en su liturgia (recuérdese el canto “gregoriano”).

Fray Emilio García Álvarez O.P.

Fray Emilio García Álvarez O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)

Días de la semana