Dom
4
Ago
2013

Homilía XVIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)

Aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • La plenitud humana

La Palabra de Dios hoy nos interroga: El centro de la vida humana, ¿está en la tierra?, ¿se limita al tiempo presente?, ¿se realiza en el disfrute de los bienes materiales? Interrogantes a los que damos respuesta, con nuestra forma de vivir.

Una de las respuestas que está extendida en nuestra sociedad, es la convicción de que lo importante para vivir bien es ganar, gastar, disfrutar y satisfacer nuestros deseos, que muchas veces los disfrazamos de necesidades.

La parábola del evangelio recoge esta mentalidad del hombre que trabaja acumulando bienes y pensando que luego tiene la vida por delante para disfrutar de sus riquezas.

No se censura la preocupación por disponer de los bienes necesarios para la vida, sino que se censura la acumulación, para luego despreocuparte de los demás. El deseo de acaparar, fruto de la más feroz insolidaridad, del más salvaje egoísmo. Es el: “Vivir para sí mismo” cuyo punto de referencia de todo es el yo.

Este modo de vida es calificado en el Evangelio de “necio”.

Necio ¿cómo debemos entender esta palabra? Podemos entenderla cómo un juicio áspero. Podemos oírla cómo la condenación de la maldad de una persona. Pero hay otra manera de oír. La podemos oír como si Jesús suavemente estuviera liberando a este hombre, al ser humano, de su pequeño y falso sueño.

El está atrapado en el diminuto mundo de sí mismo. Los pronombres yo y mi / me, aparecen 10 veces en esta pequeña parábola. Y cuando dice tú, todavía está hablándose a sí mismo. Está totalmente solo. Este es un mundo donde no puede ser feliz. Y cuando Dios le dice “necio”, lo está liberando de esa pequeña cárcel que él se ha construido.

El juicio de Dios no es su condenación. Es nuestra liberación de los pequeños mundos que nos hemos construido.

Es liberarnos de nuestro egoísmo y de la visión materialista de la vida. Es invitación a guardarnos de toda clase de codicia, porque nuestra vida no depende de nuestros bienes.

Esta liberación posibilita la realización del hombre nuevo; el hombre en su plenitud; el que desarrolla una nueva vida en Cristo. Es situarnos en otro horizonte para construir un nuevo ser humano liberado de toda clase de codicia, de la injusticia, del egoísmo y edificado sobre el misterio Pascual.

Es construir en Cristo el valor de la fraternidad y la justicia, de la solidaridad con los más pobres, es también abrir los ojos ante la ambigüedad que se esconde en un desarrollo económico mundial y en una técnica que desconoce la dignidad del hombre y la miseria en la que vive la gran mayoría de la humanidad.

En palabras de San Pablo es 'buscar los bienes de allá arriba', 'buscad un nuevo orden', 'desterrad la vieja condición'.

Los bienes de allá arriba empiezan en esta vida. Los “bienes de arriba” indican los valores de la vida nueva en Cristo; que nos hacen ser ricos ante Dios, por entregar la vida, nuestras capacidades o dones en el bienestar y la felicidad de los demás. Es invertir nuestra vida en los valores del reino de Dios. Esta vida nueva que irrumpe en nosotros es Cristo mismo; “vida vuestra” (Col 3,4).