Dom
30
May
2010

Homilía Santísima Trinidad

Año litúrgico 2009 - 2010 - (Ciclo C)

El Espíritu de la Verdad os guiará hasta la verdad plena

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  •  Lo que celebramos: Dios relación- comunión

Al celebrar la Fiesta de la Trinidad, muchos aspectos se podrían señalar, nos fijamos en alguno de ellos.

Nuestro Dios es relación-comunión. Creemos, no en un Dios no solitario, sino en Un solo Dios Amor-Trinidad.
“El padre y Yo somos uno”, sobre esta verdad revelada se apoya nuestra fe en un Dios que siendo Uno es la vez relación plena y comunión absoluta.

En esta relación que genera Dios en sí mismo, hemos de fijarnos los cristianos para fortalecer nuestras relaciones fraternas, ellas deben ser un reflejo del Dios en quien creemos.

  •  Un Misterio de intimidad

Pero este Dios en el que creemos y cuya fiesta hoy celebramos, se nos revela de igual modo, como el Dios cercano “vendremos a él y en él haremos nuestra morada”. Frente al Dios totalmente Otro e inaccesible, nosotros decimos creer en un Dios totalmente cercano, tanto que el Dios Trinidad está dentro de cada uno de nosotros.

Dios Trinidad, Misterio profundo que nos revela el ser íntimo de Dios. Misterio de amor, misterio de relación. Dios al hacerse uno de nosotros en Cristo, se nos revela como Amor; y de este modo se nos manifiesta como Trino.

Y lo mejor es que este misterio no es lejano e insondable, como ya hemos dicho, sino que está en el fondo del ser. Hay que aprender a sumergirse en el interior para que poco a poco se vaya desvelando el misterio y conozcamos lo mejor que hay dentro de nosotros.

Hoy es la fiesta de la Trinidad. No sé exactamente lo que se encierra detrás de esas palabras. Pero, quiero vivir y morir "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".

  •  Un Misterio que nos acompaña siempre

La vida cristiana se desarrolla totalmente en el signo y en presencia de la Trinidad. Al inicio de nuestro ser cristianos, fuimos bautizados «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» y al final, de nuestra vida también se invocará a la Trinidad, “en el Nombre de Dios, el Padre omnipotente que te ha creado, en el nombre de Jesucristo que te ha redimido, y en el nombre del Espíritu Santo que te santifica».

Entre estos dos momentos extremos, se enmarcan todos los otros que vamos viviendo a lo largo de nuestras jornadas y que siempre realizamos en su nombre. En la liturgia de la Iglesia toda oración que se realiza en este nombre. No es éste un misterio remoto e irrelevante, sino más bien fundante de nuestra fe y existir como cristianos.

  • Jornada Pro-orantibus

Por todo lo que venimos diciendo, no es casual el que la Iglesia dedique este día a orar por aquellos y aquellas cristianos que han hecho de este Misterio el centro de sus vidas, los monjes y monjas. Sus vidas carecerían de sentido si la Trinidad desapareciese de su horizonte vital. Es el Dios escondido que los inhabita (como a todos los cristianos) al que han consagrado totalmente su existencia, al que le dedican su adoración y alabanza (“Venid, adoradores”, reza el lema de este año). Y siempre con el deseo ardiente de que este Dios comunión, sea conocido y amado por todos los hombres.

¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
La Iglesia nos sumerge en tu misterio;
te confesamos y te bendecimos,
Señor Dios nuestro.
Como un río en el mar de tu grandeza,
el tiempo desemboca en hoy eterno,
lo pequeño se anega en lo infinito,
Señor, Dios nuestro.
Oh, Palabra del Padre, te escuchamos;
oh, Padre, mira el rostro de tu Verbo;
oh, Espíritu de amor, ven a nosotros;
Señor, Dios nuestro.
¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
haced de nuestros almas vuestro cielo,
llevadnos al hogar donde tú habitas,
Señor, Dios nuestro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu:
Fuente de gozo pleno y verdadero,
al Creador del cielo y de la tierra,
Señor, Dios nuestro. Amén.

(Vísperas de la Solemnidad de la Santísima Trinidad.)