Dom
26
Nov
2023

Homilía XXXIV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

Venid, heredad el reino preparado para vosotros

Pautas para la homilía de hoy


Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

En las tres lecturas  de la misa se ve la unidad.

Cuando el pueblo judío está sufriendo el destierro en Babilonia, el sacerdote y profeta Ezequiel  recuerda que Dios es el buen pastor que cuida siempre de su  pueblo y cura sus heridas. En la segunda lectura  san Pablo anima  la esperanza en los fieles cristianos de Corinto: nuestro destino es la victoria sobre la muerte. Y en esa perspectiva debemos leer el evangelio en la festividad de Jesucristo rey del universo (Mt 25,31-46)

Jesucristo es rey en cuanto es camino, verdad y vida.

En su conducta por amor, siendo para los demás hasta entregar la propia vida, reveló que Dios es amor y las personas crecen amando a los otros.  Siguiendo la conducta de Jesús la vocación de la humanidad es hacer la verdad de Dios afirmando la dignidad de todo ser. En su primera encíclica Juan Pablo II escribió: “el profundo estupor respecto al valor y a la dignidad del hombre se llama Evangelio”.

En este sentido Jesucristo es rey ofreciendo un camino nuevo de auténtica realización humana. Rey del universo porque es camino abierto para todos.  Siguiendo esa conducta de Jesucristo, la Iglesia se hace cada día más cristiana, es signo creíble del Evangelio y realiza su misión. Según el Concilio, “no impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido”. En otras palabras, ser testigo fiel de Jesucristo rey del universo.

Lógica del amor vs. lógica del poder.

Nada tiene ver esta lógica del amor con la  lógica del poder en  que frecuentemente proceden los  príncipes y gobernantes  de este mundo  que  frecuentemente  dominar  y someter a los otros. El ejercicio del poder solo humaniza como mediación del amor.

La ideología imperialista no solo infecta la relación entre los pueblos; todavía están sangrando las victimas de guerras provocadas por esa ideología. También se da dentro de cada pueblo, en las familias e incluso dentro de la misma religión cristiana.

En una oración litúrgica invocamos a Dios  “que manifiesta  su poder en la misericordia”. En el “credo” confesamos que Dios es Padre (Abba) antes de todopoderoso y creador. Esta novedad singular de la fe o experiencia cristiana, participación de la fe o experiencia de Jesús, Cristo rey, es la buena noticia de salvación para nuestro mundo roto por la injusticia y la fiebre posesiva.

Reino de paz y justicia; reino de vida y verdad.  

Siglos antes de Jesucristo los profetas  soñaron con  un banquete preparado por Dios en el monte Sion para todos los pueblos Jesús se refiere al reino de Dios o fraternidad sin discriminaciones en la parábola sobre un banquete nupcial  en que todos. Incluidos “cojos, ciegos y tullidos, se sientan como hermanos en la misma mesa   Es la invitación  que hoy el papa Francisco hace a todos  en la encíclica “Fratelli tutti”.

Celebrando la fiesta de Jesucristo rey del universo, se abre un camino  para construir esa fraternidad universal. Una luz para toda la humanidad oprimida por violencias y guerras. También una llamada urgente para la misma Iglesia que cada día necesita nueva conversión a Jesucristo y reforma contante para ser totalmente Iglesia identificada con el reino de Dios.

El juicio final

Según el evangelio hoy proclamado, habrá un juicio final donde la humanidad y la creación llegarán a esa fraternidad universal o reinado de Dios. Será la plena liberación realizada ya en la conducta de Jesucristo y que aún está en proceso dentro de nuestra historia. Se rectificará lo torcido y entraremos por fin de modo pleno en esa presencia de amor que nuestro corazón ansía.

Sobre el juicio final, tres observaciones:

No faltan cristianos que pasan la vida con cara de cuaresma y angustiados por miedo el juicio final. Los cristianos confesamos que Jesucristo volverá al fin de los tiempos para juzgar. Pero el que vendrá es el mismo que ha venido ya no como juez implacable  con una metralleta para ajustar cuentas, sino como portador de Dios misericordioso, que nos ama, nos perdona, cura nuestras heridas mientras caminamos hacia un destino de felicidad.

El juicio final no será sobre teorías sublimes o conocimientos muy elevados científicamente de los  evangelios. El gnosticismo, reducción de la fe cristiana a una iluminación de la mente ya fue una tentación en las primeras comunidades y sigue siendo tentación en nuestros días. El juicio final será sobre nuestra conducta en la vida. No es que no tengan su valor los ritos y ceremonias religiosas; pero siempre que  sean expresión y alimento de la fe cristiana operante  desde el amor.

El juicio final sobre nuestra vida lo dictamos nosotros mientras caminamos en la tierra. Tendrá como criterio nuestra conducta compasiva: “tuve hambre y me diste de comer”. Impactados y alterados por el sufrimiento del otro, de algún modo hacemos nuestro y aportamos lo que podemos para vencerlo. 

Celebremos de verdad en nuestra vida la fiesta de Jesucristo rey del universo.