Dom
22
Abr
2018

Homilía IV Domingo de Pascua

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

Yo soy el Buen Pastor

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

La gran fiesta de la Pascua tiene sus cuarenta días (Cuaresma) de preparación mediante la penitencia, la limosna y la oración para poder llegar a este tiempo de gracia y de vida nueva que son los cincuenta días (Cincuentena) pascuales. Tiempo fuerte en el que la Iglesia nos invita a que maduremos en nuestra fe, valoremos nuestro bautismo, sintamos más íntimamente nuestra pertenencia a la Comunidad, y nos comprometamos con la gran misión que tenemos   de implantar el Reino de Dios en el momento que nos toca vivir.

Piedra Angular

El fragmento que se lee como primera lectura en la Palabra de Dios de este domingo hace una referencia explícita al salmo118,22: “la piedra que desecharon los arquitectos se ha convertido en piedra angular” Los arquitectos, los dirigentes judíos, son los que rechazaron a Jesús y El es que da autoridad a Pedro y a los apóstoles para testimoniar que en su nombre hacen las curaciones. Jesús se ha convertido el signo de salvación para todos los que creen en El. El resucitado cumple con su promesa: “Estoy con vosotros…” Por eso Juan en su carta  afirma con toda rotundidad de que “ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos.”

Yo soy el Buen Pastor

Ya en los primeras representaciones artísticas de los cristianos perseguidos del siglo I, ocultas en las catacumbas, aparece Cristo como un pastor con una oveja al hombre: el buen pastor. Jesús mismo se nos autodefine con esta expresión del “buen pastor” frente a los sacerdotes del Templo y de los rabinos o escribas que lideraban al pueblo de Israel. Por eso Jesús nos habla no de cumplimientos, sino de amor, de descubrir a un Dios misericordioso que está al lado del que se deja llevar por el amor y se acerca a los más humildes y necesitados.

Esta imagen de “pastor”, tal vez en nuestro mundo industrializado y tecnificado, puede que ya no tenga mucho significado y nos sea difícil de entender. El evangelio nos añade una serie de características del “buen Pastor” que sí nos ayuda a entender el significado pascual de esta expresión. Es el Buen Pastor que da la vida, que nos conoce como el Padre le conoce a El, que también da la vida por otras ovejas que no son de este redil.

Dar la vida

Con la expresión de vida entregada, Jesús, hace su autoretrato, expresa  la ternura del Buen Pastor. Esta vida “recuperada” nos invita a hacer una reflexión para nuestra vida si queremos vivir como “resucitados”¿Cómo entregamos nosotros la vida? ¿Nos desvivimos por los demás? Hoy que se nos invita a ser una Comunidad, una Iglesia “en salida” ¿cómo lo hacemos?. La presencia del Resucitado se nos manifiesta siempre como el crucificado y aparece en todos los llagados de este mundo. Los seguidores de Jesús tenemos que saber descubrir esta presencia del Buen Pastor, que da la vida, en tantos “descartado” como tenemos a nuestro alrededor: ancianos solos, los sin techo que hay por nuestras calles,, los niños hambrientos, las víctimas de la guerra, las mujeres maltratadas, las personas sin empleo… Los “asalariados” son los que no quieren ver estas situaciones. “Buenos Pastores” somos todos los bautizados y a ello nos obliga nuestro Bautismo, que es nuestra primera llamada, vocación, para seguir a Jesús que nos llama a cada uno por nuestro nombre, como hizo en otro tiempo, según nos relatan los Evangelios.

Nos conoce como el Padre le conoce El

¿Conocemos de verdad a Jesús? Con frecuencia tenemos un conocimiento superficial de formulas hechas, pero ignoramos quien es de verdad Jesús. De un amigo tenemos conocimiento, sabemos qué le gusta, cómo es, cuáles son sus ilusiones, incluso cuáles son sus defectos… y de Jesús ¿qué conocimiento tenemos? ¿Qué significa en tu vida? ¿Nos ponemos en la piel de Jesús y nos preguntamos qué haría en mi lugar? Seguro que Jesús derrocharía amor y ternura al encontrarse con los llagados de nuestra sociedad. Nosotros ¿porqué no hacemos los mismo? Respeto, comodidad, “pasar de largo”, no complicarnos la vida… En este tiempo de Pascua se nos interpela para que descubramos el sentido de estar bautizados. Si descubrimos de modo experimental ”el amor de Dios derramado en nuestro corazones por el Espíritu que se nos ha dado”, toda nuestra vida de cristianos cambiaría y descubriríamos la gran misión a la que somos llamados: todo bautizado tiene que ser “buen Pastor”

Tambien da la vida por otros que nos son “de los nuestros”

Es una de las grandes características del “Buen Pastor”. En nuestra cultura actual, marcada muy profundamente por “el descarte” ya nos entra cierto rechazo al oír la expresión “no son de los nuestros”. Nos molesta que haya “ovejas que no son de nuestro redil”, que haya cristianos que tienen opciones distintas, que haya personas que no piensen como nosotros. “Lo distinto… no nos sirve”. Sería importante que los cristianos nos preguntáramos en este Tiempo de Pascua: ¿Cristo ha muerto sólo por mi o por todos? ¿En qué queda sino el sentido universal de la Redención? ¿Por qué no derribamos tantos muros que hemos construidos los hombres, pero que Dios no los quiere?

Los cristianos hemos de quitarnos ya el “miedo de encerrados” como si fuéramos vendedores de sueños de ilusión. Somos personas que tenemos que “hacer sentir la paz de futuro, el perdón que nos reconcilia con Dios y con nosotros mismos, la alegría de la esperanza…”

Es tradicional hoy rezar por las vocaciones sacerdotales. En una “iglesia en salida” hemos de replantear el sentido de la vocación para una misión. Los seglares también son “vocacionados” y tienen su responsabilidad en el pastoreo de la comunidad cristiana. Hemos de tener muy claro que el Evangelio de hoy Jesús nos habla que El es el Buen Pastor y del Pueblo de Dios en el que todos somos responsables, aunque de distinta manera. Recemos por lo tanto por las vocaciones, la laical, la religiosa, la clerical.