Dom
15
Abr
2018

Homilía III Domingo de Pascua

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

Paz a vosotros

Introducción

El impacto de Jesús resucitado en la vida de sus discípulos fue y es enorme. Su mensaje, su vida, muerte y resurrección son buena noticia. Cuando las comunidades se encuentran con la Palabra del evangelio, nacen y crecen en la fe, están introduciendo allí la felicidad y haciendo realidad el sueño de Dios.

También hoy necesitamos el encuentro personal con Jesús resucitado, una fe personalizada, poniendo nuestro corazón a su lado y fiándonos de él, dejando a un lado la pura religiosidad. Él nos regala interiormente su paz, su alegría, pues “por fuera” no hay pruebas su resurrección. Cuando nos acompaña su Palabra nuestro encuentro con los demás es constructor de acogida, fraternidad, solidaridad y perdón. Esto ni se improvisa ni se puede prestar, todo lo más, y es bueno, se puede compartir. No nos acercaremos a Jesús por mucho que nos digan, sino lo vivimos como algo nuestro. Ser cristiano no es vivir buscando espontáneamente una respuesta a las necesidades religiosas, como adeptos a una institución cumpliendo más o menos lo establecido, sino ser discípulos y seguidores de Jesús, que nos identificamos con su proyecto del reino. Ni es vivir la fe estructurada desde lo doctrinal, moral y sacramental, (fe de segunda mano) sino desde el encuentro personal con él. Necesitamos el encuentro con Jesús para purificar la fe cerrada, acabada, fanática; la fe infantil porque así se nos ha enseñado y basta; la fe que está de vuelta, pues ya nada tiene sentido, ni hay nada qué esperar; la fe vivida como una propiedad que tengo para siempre sin posibilidades ni de desarrollar, ni de cambiar.