Dom
19
Jul
2015

Homilía XVI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)

Andaban como ovejas sin pastor

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • El pastoreo del Pueblo

La actividad pastoril es propia de los pueblos mediterráneos. La Biblia compara en muchas ocasiones la relación de Dios con su Pueblo como la de un pastor que apacienta su rebaño (Salmo 22: «el Señor es mi pastor, hada me falta»). Esta imagen es aplicada también a los dirigentes del pueblo de Israel. Así, leemos en la primera lectura (Jr 23, 1-6) la queja que Dios remite a los que debiendo pastorear a su Pueblo le dispersan y dejan perecer las ovejas. La queja pone de relieve el resultado funesto de la actividad de los pastores, quienes no ejercieron la misión encomendada por Dios tal como Él esperaba que la hicieran.

  • Pastorear es sinónimo de acompañar

La imagen del pastor aplicada a los dirigentes implicaba acompañar al Pueblo en su relación y camino hacia Dios. Pastorear no es otra cosa que acercar las personas a Dios y facilitar su encuentro. Es una tarea que fomenta la comunión entre Dios y los seres humanos y de ellos entre sí. Cuando Jesús ve la multitud que andaba como ovejas sin pastor, constata la necesidad que tenían de que alguien les guiara y les acompañara. La misión de los Doce, narrada en este capítulo, también fue una actividad por medio de la cual acercaban el pueblo a Dios.

  • Pastorear, tarea de todos

En la Nueva Alianza, iniciada y fundamentada en la persona del Hijo encarnado, la tarea cristiana de pastorear no se limita a la actividad de la jerarquía, sino que es propia de todo el pueblo cristiano. Todo bautizado es mediador entre Dios y los hombres, a razón de su dignidad bautismal. Acercar a las personas hacia Dios es tarea de todos y de todas, así como acompañarles en su caminar. Esta tarea pastoral, para que realmente produzca los frutos que Dios espera, ha de ser motivada por la misericordia y la compasión. Sin estos valores corremos el riesgo de buscar nuestros propios intereses o de realizar una actividad en la que Dios puede pasar de largo por nuestras vidas. Para ser verdaderos pastores hay que ponerse en los zapatos de los demás, estar unidos en un mismo corazón y buscar siempre el bien ajeno por encima del propio.