Sáb
15
Ago
2020

Homilía La Asunción de la Virgen María

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

María se puso en camino

Pautas para la homilía de hoy


Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

De una esperanza y un compromiso

La liturgia de la Palabra nos propone perseverar en la esperanza.

Los textos son tomados del libro del Apocalipsis y de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios:

  • En la primera lectura nos remite a la prefiguración de la virgen María como signo de intercesión, que en su generosidad existencial “se hizo esclava de Dios” en la anunciación-encarnación, en el dar a luz al Redentor, ofreciéndonos la superación del mal y abriéndonos la ventana a la promesa de Dios de salvación de lo humano. La disponibilidad de María a los planes de Dios en su deseo de acercarse al ser humano, permite que el acontecimiento de la encarnación tenga lugar y por él la acción redentora de Jesucristo. El texto nos deja entrever el triunfo de María y de Dios en su plan: el Hijo vence el mal y el poder del reino de Dios se restablece. Para nosotros hoy es un lenguaje complejo pero que alberga unos valores: por un lado, la disponibilidad y apertura al plan salvífico de Dios que como María hemos de alcanzar en nuestra vida y, por otro, la esperanza y confianza en que los planes del Bien no quedarán derrotados.
  • La obra redentora de Cristo y su victoria quedan patentes en las palabras del apóstol Pablo al explicitar que la resurrección de Cristo supone la apertura a nuestra propia resurrección. Además, en esa resurrección queda abolida la más grande de nuestras limitaciones: la muerte. Nuestra condición de criaturas y, por lo tanto, finitos y contingentes, es superada por la obra de Cristo. Creados para la vida. Ante esta declaración cristológica no cabe otra que preguntarnos: ¿cómo vivo yo esta realidad esperanzadora de la resurrección de Cristo? ¿cómo contribuyo en mi vida a ir superando todos los espacios y las realidades de sufrimiento y muerte? En este tiempo veraniego, y a la escucha del llanto de la creación como “casa común”: ¿contribuyo para que la tierra sea, en la porción que a mi me toca, un espacio más limpio? ¿doy vida a la tierra con mis acciones o simplemente la esquilmo como mera propiedad de mi uso y disfrute? ¿hago de mi necesario descanso un continuo consumismo o más bien cuido la vida para encontrar en ella una oportunidad de alabar a Dios?

Compartir la alegría de creer: la teología hecha canto

El relato evangélico nos remite al encuentro de María con su prima Isabel:

  • María se pone en camino: el encuentro con Dios, la experiencia de Dios en el ser humano, lleva aparejado el deseo de compartir la alegría que supone. María se pone en camino para ir al encuentro de su prima Isabel: ¿buscamos nosotros compartir la experiencia de fe que vivimos, la alegría de nuestra confianza en la Palabra de Dios? El encuentro con Dios nos lleva a un plus en nuestro ser y hacer: María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa. ¿Nos sentimos impulsados por nuestra fe a permanecer a lado de quien nos necesita?
  • Apenas oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno: ¿se mueven nuestras entrañas al encuentro con el Señor? ¿cómo vibra nuestra existencia con la Palabra de Dios, con la vivencia de la eucaristía? ¿es para nosotros un salto de alegría encontrarnos con la comunidad de los discípulos porque sabemos de la presencia de Cristo vivo en medio de dos los que se reúnen en su nombre?
  • Dichosa tú porque has creído, ¿vivimos la fe como un gozo? ¿mantiene viva y exultante nuestra fe los modos en que la vivimos o se ha convertido en un asunto de cumplimientos que no nos remite a la felicitación y gratitud por la fe de nuestros hermanos?
  • Magníficat. María convierte la experiencia de Dios en su vida en canto de alabanza. La teología más completa no se escribe, se proclama, se canta. Y en el canto halla lugar el recuerdo, el memorial de sentirse vivificado por Dios. El magníficat es un canto de liberación que culmina Cristo y que remite al primigenio amor de Dios por los pequeños, los “anawin”. Remite a un Dios que escucha los lamentos, que ofrece misericordia y que no olvida la cotidianidad del sufrimiento de los humildes y humillados por la soberbia, la avaricia y el orgullo humano. El magníficat es el canto de dos mujeres que hacen teología desde el pueblo de los pequeños, desde los sin-nombre, desde la voz acallada de tantas mujeres que han sido testigos en la historia del cuidado que Dios tuvo por ellas y que nosotros, no siempre supimos practicar como Iglesia. El magníficat es el canto a un Dios que busca y promueve la fraternidad, no una pura inversión de los papeles sociales; como decía M. Thurian, monje de Taizé: la justicia política y social, la igualdad de derechos y la comunión de bienes son signos de la misericordia del Rey-Mesías cantada por su madre y sierva. De este modo el evangelio de la salvación eterna es también evangelio de la liberación humana. María, la primera cristiana, es también la primera revolucionaria en el orden nuevo.

La asunción de María no es solo asunto teológico sino también antropológico. Como afirmaba I. Gebara, "el dogma de la Asunción de María suena a los oídos del mundo como una profesión de fe en la humanidad". La Asunción es nuestra ambición, decía A. Séve. Iribertegui añadía: es fiesta que junta la apoteosis corporal al fenómeno existencial de máximo horror, la muerte. "Para Jung es el mayor acontecimiento religioso después de la Reforma...lo femenino ha llegado a la Trinidad por medio de María. Integra espíritu y materia. María Asunta anticipa el proceso universal que consiste en la radical integración de los opuestos", decía L. Boff al referirse al rostro materno de Dios, en el que realiza uno de los anhelos más arcaicos del hombre: levantarse de la tierra a los cielos, unir al hombre con Dios.