Dom
10
Jul
2011

Homilía XV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2010 - 2011 - (Ciclo A)

El que tenga oídos que oiga

Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)



Primera lectura: (Isaías 55,10-11)

Marco: Es el epílogo final del segundo Isaías. Con estas palabras se cierra este admirable conjunto que se ha convenido en llamar Segundo Isaías, obra de un profeta-poeta con amplios horizontes salvadores y honda experiencia del Dios soberanos que hace posible la esperanza de su pueblo exiliado en Babilonia, pero ya en marcha hacia la nueva liberación en un nuevo éxodo, obra del poder y fidelidad de Dios. Y la comprensión de Dios como Soberano universal que dirige la historia de todos los pueblos. Este descubrimiento fue una inusitada novedad en Israel.

Reflexiones

1ª) ¡La lluvia que empapa la tierra para fecundarla!

Como bajan la lluvia y la nieva desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come.... Esta imagen prepara la utilizada por Jesús en el fragmento evangélico que hoy vamos a proclamar. Tanto el profeta-poeta que escribió este libro como Jesús recurren a la realidad de la sementera y de la caída gratuita de la lluvia para expresar otras realidades. Pero es necesario entretenerse un poco en la imagen para captar mejor su aplicación al orden teológico. Esta imagen fluye con toda naturalidad en un medio ambiente en el que las cosechas dependen de la lluvia porque se da muy poco el regadío a través de canales. Cuando el deuteronomista describe las bondades de la tierra prometida afirma que Dios la riega él mismo y no es necesario el duro trabajo de llevar el agua para regar la tierra. Se subraya en esta imagen por una parte la gratuidad procedente de lo alto y por otro la necesidad de la lluvia para que la tierra germine y produzca sus frutos. Recuérdese que en Palestina sólo llueve durante seis meses al año (época de lluvias) y no llueve durante otros seis meses (época de no lluvias).

2ª) ¡La palabra de Dios es fecunda por sí misma!

Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo. La lluvia que empapa la tierra la hace fecunda por sí misma. La Palabra de Dios es eficaz por sí misma. Lleva en su propia entraña la fuerza de vida y de liberación. En la comprensión hebrea de la palabra ésta es una posibilidad creadora de vida, más que un vehículo de conocimiento. La palabra es eficaz por sí misma y transmite toda la fuerza creadora y regeneradora del Dios de donde procede. Este sentido dinámico y fecundo de la palabra es una característica singular del pensamiento y experiencia de fe del mundo hebreo. La palabra de Dios será eficaz incluso contra todas las resistencias. Este aspecto es personalizado en Jesús mismo en la narración de la parábola del sembrador. Desde siempre la palabra de Dios no vuelve a él vacía. Cumple su encargo quiere decir que siempre realiza el proyecto ya cuando se trata de denuncias proféticas ya cuando se trata de una palabra consoladora.

Segunda lectura: (Romanos 8,18-23)

Marco: Seguimos proclamando el capítulo 8 de la carta a los Romanos. Pablo insiste hoy en la magnitud del premio que esperamos y que con toda seguridad conseguiremos si realizamos el proyecto de Dios con fidelidad y coherencia por nuestra parte pero, sobre todo, guiados por el Espíritu

Reflexiones

1ª) ¡Optimismo y seguridad desbordantes de Pablo ante el futuro!

Considero que los trabajos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación expectante está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fu sometida a la frustración no por su voluntad, sino por uno que la sometió. El apóstol ofrece una primera experiencia: los sufrimientos presentes no tienen comparación con el premio que se espera. Esta carta a los Romanos fue escrita hacia el año 56. Pablo ya había gastado 20 años en la misión apostólica saturada de dificultades y persecuciones. Los últimos capítulos de la segunda carta a los Corintios serían el mejor comentario de Pablo a sus propias palabras. Esta carta habría sido escrita no mucho tiempo después que la carta a los Romanos. Pablo puede ofrecer su propia experiencia de sufrimiento y que, por tanto, su optimismo no es una actitud psicológica sino una profunda respuesta experimentada en su espíritu con la luz del Espíritu. Pero Pablo prolonga su reflexión y se detiene en toda la humanidad y, aún más allá, a la creación entera. Estas afirmaciones evocan el capítulo tercero del Génesis donde se recoge sistemáticamente el resultado del pecado tanto para el hombre como la propia creación. La esclavitud de la creación pende de la esclavitud del hombre. Este fue creado por Dios para dominar todas las cosas como un señor (relato de la creación y Salmo 8). La experiencia humana desmiente ahora esta realidad. La creación ha sido sometida a esclavitud contra su voluntad. Sólo a partir de la observación objetiva y sincera de la realidad humana y creacional tiene pleno sentido la solución del Evangelio que Pablo proclama. Invita a sus lectores a asumir la realidad tangible que le rodea por todas partes. La esperanza cristiana responde a la realidad y a los anhelos del hombre históricamente limitado pero con un deseo incontenible de vida y de bienestar. Estos pensamientos tendrían hoy un especial relieve y atractiva. Por todas partes surgen grupos que contemplan la naturaleza desde otros presupuestos menos utilitaristas. A algunos de ellos se ha convenido en llamarlos o se llaman a sí mismos ecologistas. Contemplar la naturaleza y entrar en su misterio es entrar en el proyecto salvador de Dios universal.

2ª) ¡La creación entera es invitada a participar de la libertad de los hijos de Dios!

Pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios... Y también nosotros gemimos en nuestro interior aguardando la hora de ser hijos de Dios. La experiencia cristiana es una experiencia en tensión sin tregua. El espacio que une la protología y la escatología (es decir, el espacio y tiempos entre la primera creación y la realización plena de la salvación al final de los tiempos) es un espacio para vivir la tensión, la experiencia dolorosa y la esperanza firme. Esta realidad alcanza al corazón del hombre que pasa por estas tres experiencias que le laceran y le consuelan a la vez. El realismo del Evangelio y, por tanto, el realismo del ser cristiano alcanza en estas frases de Pablo una cima singularmente significativa. Sólo desde esta cima se puede contemplar la panorámica de la historia del hombre sobre la tierra. Jesús ofrece la respuesta a todos. Porque esta experiencia la vive cada uno en el marco de su existencia concreta. El sufrimiento que descorazona lo percibe cada uno en su propio vivir. No es una respuesta abstracta, sino una respuesta encarnada. La soledad, el abandono, el fracaso, la decepción, el horizonte de la vida cerrado, la ruptura en el hogar, la carencia de ideales que atraigan son otras tantas experiencias que prolongan el sufrimiento de la naturaleza y del hombre. Estas palabras de Pablo quieren llegar como respuesta creíble a los sencillos de corazón y a los pensadores concienzudos. Es una realidad para todos y necesitan todos una respuesta.

Evangelio: (Mateo 13, 1-23)

Marco: El capítulo 13 del relato mateano que se va a proclamar, en fragmentos sucesivos, durante estos tres domingos, contiene siete parábolas proclamadas por Jesús en diferentes ocasiones, pero recogidas por Mateo en este conjunto con una finalidad catequética de singular belleza y significación. Las siete parábolas quieren describir el itinerario del Reino entre los hombres o el itinerario de los hombres que se quieren enrolar en la promesa del Reino. Se abre con la parábola del sembrador en la que se enseña cómo comienza el Reino en el corazón de los hombres: por la acogida obediente de la semilla sembrada por Dios a voleo y en abundancia irresistible; sigue la parábola del trigo y la cizaña que quiere expresar el estado actual del Reino: en su estado presente coexisten y conviven el trigo y la cizaña, el bien y el mal, pero ahora no es tiempo de juicio sino de espera, no es bueno precipitar ese juicio definitivo. El Reino cuenta con miembros rodeados de flaquezas. Las parábolas de la mostaza y levadura pretenden significar que el Reino se esconde en la hondura del hombre, constituye una fuerza irresistible con capacidad de crecer desde dentro y crecer sin medida. Las breves y bellas parábolas del tesoro y de la perla intentan significar que el Reino no admite rivales, que es exigente, que conlleva la renuncia a todo lo que pueda obstaculizar su realización. Es necesario decidir y discernir ajustadamente: saber vender para saber comprar el verdadero valor que son el tesoro y la perla preciosa. Finalmente la parábola de la red barredera señala el resultado final que Dios se reserva decidir y sancionar. Este conjunto expresa el nacimiento, desarrollo, exigencia y cumplimiento final del Reino. Me he entretenido quizá en demasía en la presentación del capítulo13 pero lo considero necesario para la comprensión de cada una de las parábolas leídas en este conjunto en el que las ha colocado el redactor mateano.

Reflexiones

1ª) ¡Sembrador incansable sigue sembrando movido por una gran esperanza!

Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino... otra parte en terreno pedregoso... otra parte entre zarzas... el resto en tierra buena. Se trata de una parábola. Sabemos que una parábola es un relato ficticio de mayor o menor extensión en el que las imágenes se toman de la vida real o verosímil y que con el conjunto, normalmente, se quiere ilustrar una sola verdad religiosa. En la parábola se compara el conjunto narrativo con otro conjunto del orden religioso y moral. Los detalles pasan a un segundo plano. En la alegoría ocurre lo contrario. Pienso que es bueno que el anunciador, intérprete o lector de las parábolas no se aleje de este criterio si quiere alcanzar el núcleo del mensaje que se quiere transmitir de esta forma narrativa. El sembrador siembra a voleo. No se detiene en los detalles. Y la tierra es como es. Quienes hayan visitado Palestina y hayan tenido la curiosidad de observar el terreno de aquel país, donde se abundan los cereales, habrá observado sin dificultad que estas realidades del terreno son así. De este modo se prepara mejor la comprensión de su significado. El sembrador siembra generosamente, abundantemente. No siembra granito tras granito. Esta realidad narrativa ayuda a la comprensión del talante del sembrador. Se arriesga a perder mucha semilla, pero se arriesga generosamente.

2ª) ¡Se pierde mucha semilla, pero siempre se consigue una gran cosecha!

El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. Esta parábola quiere expresar en su conjunto, de una forma muy velada y discreta, la historia misionera de Jesús. Jesús aparece en la historia de su pueblo y adopta el talante de un predicador itinerante. Este estilo ya era conocido por otros personajes. Pero en Jesús aparece particularmente preciso y con exactos contornos. Jesús sale al mundo a predicar a todos sin distinciones, sin exclusiones. Y predica a voleo. Y predica generosamente. Las respuestas se van produciendo. Y curiosamente los primeros que responden a su Evangelio de la gracia son los pequeños, los marginados, los postergados de la sociedad. Estos comienzos de la cosecha son escandalosos para los sabios y entendidos. Esto corresponde con toda probabilidad al Jesús que vivió con nosotros. No son consideraciones más o menos piadosas añadidas al Evangelio desde fuera. Esa fue la cruda y prometedora realidad. Los que están enfrente se sonríen y comentan: ¡con estas gentes quiere establecer el Reino de Dios! Pero Jesús sigue sembrando a voleo; sigue sembrando movido por una gran esperanza: se producirá una gran cosecha, y se hará presente el Reino de Dios. Los hombres son invitados a adherirse a este Evangelio de la libertad y de la gracia que es el único que puede cambiar radicalmente la humanidad. Incansable e impertérrito sigue sembrando el sembrador. Esa es la puerta de entrada al Reino y hay que abrirla de par en par porque ese es el designio de su Padre. Experiencia de fracasos y anhelo de esperanzas mueven la tarea misionera de Jesús. Y ha de mover la tarea misionera de sus discípulos. Es necesario proclamar para que la semilla entre en el corazón del hombre y lo haga fecundo. En un mundo en que se valora y se pasa por el tamiz de encuestas y cuantificaciones numéricas para comprobar la eficacia de un producto, de una propuesta política o de una oferta religiosa, Jesús nos sale al paso y nos advierte que es necesario, también hoy, seguir sembrando a voleo, con una gran esperanza, pero sin entretenerse en los resultados tangibles. El Evangelio llega al corazón de los hombres ¡Y cómo se puede cuantificar la gratuidad de Dios y la respuesta silenciosa, amorosa y libre del hombre! Se nos advierte que las encuestas sólo valen para lo que valen, si valen para algo realmente objetivo (como nos demuestra la observación elemental y la experiencia que acontece a nuestro alrededor). Los discípulos de Jesús han de fijar la atención en Él y en la autenticidad de la semilla cuidadosamente atendida y generosamente sembrada. ¡Ya crecerá cuando, donde y como Dios quiera y el hombre responda!

Nota: he adoptado la lectura breve permitida por razones pastorales. Y porque el resto es un comentario añadido por los evangelistas recogiendo la experiencia de la predicación apostólica. Son un comentario a la parábola que la ha entendido de forma alegorizada. También el comentario alegorizante tiene un valor especial. En todo caso es palabra de Dios también. En ese comentario que establece una relación de los detalles narrativos con detalles del orden espiritual. El uso de esta alegorización puede ser muy útil en determinados momentos y situaciones, como ya aconteció en la Iglesia primitiva.
 

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
(1937-2019)