Jue
1
Ene
2009

Homilía Santa María, Madre de Dios

¡Salve, Madre Santa!, Virgen Madre del Rey que gobierna cielo y tierra por todos los siglos

Introducción

Estrenar un año nos invita a soñar… ¿qué sorpresas… qué alegrías… qué encuentros  o desencuentros nos traerá? Hoy, todos nos saludamos deseándonos un  FELIZ AÑO NUEVO. Frase tan usada, tan desgastada que la decimos mecánicamente, sin pensar demasiado lo que estamos diciendo. Por otro lado, al desear un año feliz, ¿qué entendemos, cada uno, por felicidad? ¿Qué felicidad estamos deseando? ¡Qué distintos contenidos y matices tendrá este deseo!

El Libro de los Números nos cuenta hoy la felicitación que Dios regala a Moisés y a Aarón para todos los hijos del pueblo  de Israel: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”. Los deseos del Señor están llenos de contenido.

A nuestro mundo, roto por tantas guerras, hoy con el Señor, le deseamos la paz.

La experiencia de la cercanía de Dios, la queremos para  nuestras familias,  amigos, y  todas las personas a las que amamos. La ternura y la protección de Dios la deseamos a todos los que sufren enfermedades y pobrezas. Voluntad para buscar  caminos de justicia y de paz para todos los pueblos la deseamos a todos los gobernantes de la tierra.  Y a la Iglesia entera le expresamos nuestro deseo de que abra sus brazos de madre y ofrezca a todos sus hijos e hijas caminos de Evangelio.

Con Jesús, nuestro hermano, el Hijo de Dios y de María os decimos:

¡FELIZ AÑO 2009!