Jue
8
Jun
2017
Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba. Hágase tu voluntad

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis 22, 9-18

En aquellos días, llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
«¡Abrahán, Abrahán!».
Él contestó:
«Aquí estoy».
El ángel le ordenó:
«No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «En el monte el Señor es visto».
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo:
«Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».

Salmo de hoy

Salmo 39, 7-8a. 8b-9. 10-11ab. 17 R7. Aqui estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio;
entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.

«-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas». R/.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.
No me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu salvación. R/.

Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean tu salvación. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 36-42

Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y dijo a los discípulos:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo:
«Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
«Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».
Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
« ¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».

Reflexión del Evangelio de hoy

Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz

La 1ª lectura nos muestra el pasaje del libro del Génesis en el que se nos relata el sacrificio de Abraham, a quien Dios le había pedido que sacrificara a su único hijo Isaac.

Abraham, hombre justo, y que se fiaba a pies juntillas de Dios, no acaba de comprender porque Yahveh le pide que realice un sacrificio de holocausto, con su único hijo, el que había deseado enormemente y al que quería con toda el alma; pero sin embargo cumple lo que le había solicitado el Señor y, con gran dolor de corazón, va a degollar a su hijo, y en ese momento un ángel del cielo le hace detenerse, y como premio a su fe, le vaticina que su descendencia será innumerable, y que le colmarán de bendiciones y que "todas las naciones le bendecirán porque ha escuchado la voz del Señor".

¡Qué duro se nos representa este episodio! Que Dios te pida que te deshagas de lo que más quieres en este mundo, y, a pesar de que tu corazón no lo llega a comprender, tu fe en el Señor, haga que cumplas su voluntad. La verdad, es un magnífico ejemplo de confianza en Dios y de abandonarse en sus brazos para cumplir su voluntad.

Nuestra mentalidad mundana no permite entenderlo, lo mismo que no entendemos cómo puede haber hombres y mujeres, con una posición envidiable, que lo dejen todo por ayudar a los demás, incluso a costa de su vida.

Como dice el salmo 39: "Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad". El Señor todo lo hace bien, sus obras son admirables y ante eso, nos entregamos incondicionalmente a Él. Como lo hicieron las Beatas Diana y Cecilia, fundadora la primera del monasterio de Santa Inés, en Bolonia, y la segunda a la que debemos la descripción más fiable del semblante de N.P. Santo Domingo.

Velad y orad para no caer en la tentación

El evangelio nos muestra cuando Jesús, después de la última cena y tras la institución del sacerdocio, se retira al huerto de Getsemaní, junto a sus discípulos y éstos caen rendidos por el cansancio, mientras Jesús, en uno de los momentos más angustiosos de su vida, y ante la proximidad del momento de su muerte, pide al Padre que, si es posible le evite pasar por ese trance. El miedo le hace sudar sangre pero, aun así, le pide que se haga la voluntad de Dios y no la suya.

Jesús está actuando como mediador entre los hombres y el Padre, está decidido a ofrecer el mayor sacrificio que se le puede pedir a un hombre "entregar su propia vida en beneficio de la humanidad" actuando como un autentico sacerdote, por eso lo consideramos como Sumo y Eterno Sacerdote.

Jesús entrega su vida de forma desinteresada, "El Justo" sufriendo en expiación de nuestros pecados, cargando con la cruz de nuestra infidelidad, de nuestra desidia, de nuestra inconstancia y, en silencio, soporta todas las injurias, las vejaciones, los insultos e incluso la muerte, todo en favor nuestro.

¡Cómo podré pagar lo que has hecho por mi!

¿Es nuestra fe tan consistente como la de Abraham, para fiarnos de Dios?
¿Somos conscientes de lo que Jesús hizo por nosotros?
¿Vemos en Jesús el Eterno Sacerdote que media por nosotros ante el Padre?