Sáb
4
Ene
2020

Evangelio del día

Oyeron sus palabras y siguieron a Jesús

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 7-10

Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo.
Quien comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo.
Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.
En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.

Salmo de hoy

Salmo 97, 1bcde. 7-8. 9 R/. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes. R/.

Al Señor, que llega
para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».
Él les dijo:
«Venid y veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

"Dios nos llama a la santidad”

San Juan nos lo dice claramente en esta primera carta: “Quien obra la justicia es justo, como Él es justo. Quien comete pecado es del diablo”. Juan nos llama a ser verdaderos hijos de Dios, a responder a la gracia que supone la entrega de Jesús por nosotros. Jesús, enviado por el Padre, nos enseña el verdadero camino de Dios, nos hace poder conocer al Padre, porque Él es la sabiduría de Dios. Y en ese conocimiento llegamos al compromiso de amor, de justicia, de renuncia al pecado y a la filosofía del mundo, contraria a la vida de Dios. Dios nos participa su vida y su misterio, y nos entrega su amor haciéndonos hijos de Dios. Por eso vivir el amor de Dios es obrar la justicia, vivir en la luz, y sobre todo, amar al hermano, como Dios nos ha amado a nosotros. Llevamos la semilla de la vida de Dios, por tanto, renunciamos a las obras del diablo, no podemos vivir en el pecado. Llamados a ser cada día santos en nuestro Señor. 

"Seguimos a Cristo, el Mesías, el Cordero del Padre"

En este fragmento del evangelio según san Juan, Jesús es presentado como culminación de la misión de Juan el Bautista. “Este es el cordero de Dios, dice Juan el Bautista a dos de sus discípulos, al ver pasar a Jesús. Rabí, ¿dónde vives?, le preguntan estos. Entonces, fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él. Después de este episodio, el evangelista nos narra la llamada de Pedro, invitado por su hermano Andrés a conocer al Mesías. Y Jesús reconoce a Pedro, “Tu eres Simón, hijo de Juan, tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)”.

Es la llamada al seguimiento que Jesús hace a sus discípulos. Ven y sígueme, vive mi forma de vida, mi misión, mi destino. La voz del desierto a preparar el camino del Señor con ayuno y penitencia, se ha cumplido. Es el tiempo de la salvación. Jesús nos quiere libres, redimidos, hijos de Dios. Jesús ha venido a dar vida, a levantar los corazones afligidos, a traernos la salvación del Padre. Y lo hace de una manera personal y directa. Igual que Jesús conoce a Pedro y lo llama por su nombre, y le da un nombre nuevo, conforme a su futura misión, también nos conoce a cada uno de nosotros y nos llama al seguimiento. Los discípulos se levantan cada día con Jesús, y siguen sus pasos. Donde Él va, van ellos, y aprenden su forma de vida y sus enseñanzas.

Ese es también nuestro reto. Seguir cada día el destino que Jesús quiere para nosotros, plantearnos cada día la manera de vivir ese seguimiento, esa forma de hacer, vivir y sentir en cristiano lo que Jesús quiere de nosotros. Y esa sensación de estar unidos al Señor, es la que nos hará sentir que nuestra vida está unida a Cristo, o como dice San Pablo, que vivimos el mismo vivir de Cristo, de manera que no soy yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Y si tenemos a Jesús con nosotros, nadie podrá separarnos de ese amor incondicional de Dios. Seremos transmisores de salvación, de vida y de esperanza en Cristo. Seguidores fecundos y alegres del mandamiento del Señor de hacer realidad en nuestro mundo la llegada del Mesías, el cumplimiento del Reino de Dios que es salvación para todos los hombres.

Seguir a Jesús exige ser valientes, ser sus testigos, llevar su misión a todas las gentes. Así que no perdamos el ánimo ni el entusiasmo en esta vocación que Dios nos ha preparado a cada uno de nosotros.

Dios te ha llamado personalmente, y debes ponerte en su presencia para darle una respuesta generosa, porque no te dejará de su mano.