Lun
24
Jun
2013
Y a ti niño, te llamarán profeta del Altísimo.

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 49, 1-6

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas».
En realidad el Señor, defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios.
Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Salmo de hoy

Salmo 138, 1-3. 13-14. 15 R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.

Señor, tú me sondeas y me conoces.
Me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente,
porque son admirables tus obras. R.

Mi alma lo reconoce agradecida,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.

Segunda lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 22-26

En aquellos días, dijo Pablo:
«Dios suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”.
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegará Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida decía:”Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”.
Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a vosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación».

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡ No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre» Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “…y a ti niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos”

Juan, enviado para reunir a Israel y prepararlo para la llegada del Mesías.

Después del exilio y regreso del pueblo de Dios, no habían surgido profetas en Israel hasta que llegó Juan Bautista. Es el profeta que hace de puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Son muchas las cosas que podemos decir de él, pero el mejor elogio lo encontramos en boca de Jesús: “¿Qué habéis salido a ver en el desierto?, ¿Un profeta?; Sí, os digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti para que prepare tu camino…

En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista” (Cf Lc7,24;Mt 11,10ss).

Tanto Marcos como Mateo aplican a Juan el texto de Isaías: “Mira que envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. Voz que clama en el desierto, preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas” (Cf Mc 1,2-3; Mt 3,1).

En Juan, que se proclama como voz, se hicieron realidad las antiguas palabras de esperanza, aquellas, anunciaban algo grande que iba a suceder y que tiene cumplimiento con el nacimiento de Jesús, a quien Juan preparó el camino.

Los israelitas lo reconocieron como “Profeta del Altísimo” por fin había un nuevo profeta en Israel, su vida lo acreditaba.

Juan:

Anunciaba el perdón, pero a la vez exigía conversión: “Convertíos, está cerca el Reino de Dios”.

Daba testimonio de Jesús, Hijo de Dios vivo. “Yo he visto descender el Espíritu sobre Él”.

Como todos los profetas, su mensaje es de conversión de vuelta al Dios Fiel y acogida al hermano, pero éste tiene una característica especial en él, ha visto cara a cara al enviado de Dios al Ungido del Señor, los profetas del A.T. ninguno pudo ver el rostro de Dios. Juan sí vio a la Palabra hecha carne.

Juan se proclama como voz, la voz se pierde, pero la Palabra permanece en el corazón de quien la escucha.

Jesús, que es la Palabra, el Verbo hecho carne, permanece para siempre, está entre nosotros que, por el bautismo, hemos sido ungidos como sus profetas, llamados a proclamar la Buena Noticia, el Evangelio, a ser su voz, para que la Palabra hecha carne, sea conocida y acogida en nuestra sociedad, que Dios vuelva a reinar en todos los corazones que su amor sea una realidad en nuestro trato con los hermanos.