Jue
15
Oct
2015
Yo os aliviaré, encontraréis vuestro descanso

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico 15, 1-6

Así obra el que teme al Señor, el que observa la ley alcanza la sabiduría.
Ella le sale al encuentro como una madre y lo acoge como una joven esposa. Lo alimenta con pan de inteligencia y le da a beber agua de sabiduría.
Si se apoya en ella, no vacilará, si se aferra a ella, no quedará defraudado.
Ella lo ensalzará sobre sus compañeros y en medio de la asamblea le abrirá la boca.
Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia y lo revestirá con un vestido de gloria. Encontrará gozo y corona de júbilo, y un hombre eterno recibirá en herencia.

Salmo de hoy

Salmo 88, 2-3. 6-7. 8-9. 16-17. 18-19 R/. Contaré eternamente las misericordias del Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? R/.

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean. R/.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Alcanzará gozo y alegría

En el V Centenario del nacimiento de Teresa de Jesús, celebramos su fiesta y comentamos las lecturas de la misma, aunque no sean las que van a proclamarse en toda la Iglesia. La figura de Teresa y cuanto ella aportó y aporta en el amplio mundo de la espiritualidad, bien merece que nos detengamos un momento en la Palabra de Dios que la Iglesia ha elegido para su fiesta.

La Sabiduría de la que nos habla el libro del Eclesiástico tiene poco que ver con el concepto que en nuestras sociedades “desarrolladas” se tiene de la sabiduría, generalmente como acumulación de grandes conocimientos adquiridos a base de mucho tiempo de esfuerzo, trabajo y estudio.

En los últimos tiempos la diversificación del saber es tan grande que un “sabio” actual sabe muchísimo –quizá todo lo que hasta el momento ha podido descubrirse- de una mínima parcela de uno de los numerosos campos del saber. Se trata de un conocimiento intelectual que quizá tenga alguna influencia sobre el conjunto de su vida, aunque sólo sea por la dedicación que requiere el adquirirlo.

La Sabiduría a la que se refiere el Eclesiástico no está vinculada a lo intelectual. Es una sabiduría que se adquiere en el encuentro con Dios y en el deseo de vivir respondiendo a su don. En esa relación con el Señor (la Sabiduría se identifica con el mismo Dios en algunos pasajes de la Escritura) no es conocimiento lo que conseguimos, sino la capacidad de “saborear” y discernir lo esencial de la vida, lo que merece la pena del camino por el que cada uno transitamos, con sus altos y bajos, con sus buenos y malos momentos. La capacidad de juicio y sentido común que derrochó Teresa de Jesús, y que abarca la totalidad de la vida de la persona.

La Palabra habla de sensatez y prudencia, de no vacilar ni fracasar (definitivamente) si nos apoyamos en ella, de alcanzar el gozo y la alegría. Que pueda ser así para cada uno de nosotros.

  • Yo os aliviaré, encontraréis vuestro descanso

Jesús comienza reforzando, de alguna manera, las palabras del Eclesiástico sobre la Sabiduría. Da gracias al Padre porque se revela a la gente sencilla, no a los sabios y entendidos.

Intuyo en esa acción de gracias de Jesús una doble llamada. De un lado a no pretender ser “sabios y entendidos”, que tanto nos suele gustar, porque Dios se revela a los sencillos. Y la profundización de nuestra relación con Él sólo puede proceder de ese camino de sencillez. De otro lado, a adquirir la conciencia (que muchas veces es experiencia) de que en los sencillos encontramos a Dios (hay, por fortuna, muchos sabios sencillos que son lugar de encuentro con el Señor).

Y culmina con esa llamada que -escrita en letras bien grandes (una Arial 72 vendría bien)- podría ocupar un lugar de privilegio en la pared de nuestra habitación, para recordarnos que el alivio y el descanso de nuestras cargas sólo están, de manera plena, en Él. ¡Cuántas veces en nuestros cansancios y agobios nos hemos sentido invitados a dejarlo todo en Él! ¡Y cuántas otras no sabemos hacerlo! Es como si prefiriéramos el control al abandono, caminar con la lengua fuera, pero llevando las riendas de todo. Y olvidamos que no todo lo que acontece en nuestra vida depende de nosotros, ni podemos controlarlo, ni podemos solucionarlo.

Que el Señor Jesús nos vaya enseñando a hacernos cargo de aquello que es responsabilidad nuestra y a abandonar en sus manos tantas cosas que causan agobio y sufrimiento.