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Para trabajar por la paz debemos empezar por nosotros. Leyendo a Etty Hillesum hemos encontrado aportaciones que nos pueden ayudar en el momento actual ante una sociedad tan fragmentada.
1ª proposición | Tentativa de respuesta para proponer al Capítulo General de la Orden de Predicadores del canonista Fr. Germán Correa, fraile de la Provincia de San Luis Bertrán de Colombia
En este nuevo año que hemos comenzado el título de cada uno de los número de la revista comenzará así: “Hambre y sed de …” Tenemos hambre y sed de aplacar las necesidades que se hacen más patentes y urgentes por su ausencia. Terminamos y comenzamos un año con la ausencia de PAZ, esta ausencia nos hace conscientes de su necesidad. Hambre y sed, necesidad, urgencia, no estamos para destruirnos… ¿Es que la paz hoy no tiene lugar en el que vivir?
Un pie hacia delante, pero no es suficiente, hay que levantar el pie que quedó atrás y ponerlo delante. Para avanzar hay que moverse, dejar atrás. Decir adiós, es hacer posible un hola. Por otra parte, la permanencia no es tanto, quedarse quieto, inmóvil, es desear conocerla, saber lo que encierra, y acompañados de esa sabiduría avanzar, ir hacía delante.
“Lo que no hice y debería haber hecho” “Lo que hice y no salió como esperaba y/o esperaban” “Lo que me gustaría hacer…” El ayer, el mañana… El hoy empleado para lamentarse es una pérdida de energía, es crear un conflicto interno que dificulta la oportunidad de conocerse mejor, de conocer más, de ser dueños de los propios actos.
La carta es a la vez un documental y una invitación del papa Francisco para hacernos conscientes de la realidad de nuestro mundo y de la necesidad de su cuidado. Este material puede ser de ayuda en un coloquio comunitario o en nuestra formación permanente.
Hace unas décadas, hablar de «acompañamiento espiritual dominicano» habría resultado un poco extraño, porque por entonces en ciertos ámbitos de la Orden de Predicadores se consideraba que el acompañamiento espiritual era algo más propio de jesuitas y otros Institutos religiosos. Por fortuna, las cosas han cambiado y ahora lo normal es que miembros de la Familia Dominicana se formen adecuadamente para realizar este importante servicio.
Por mucho que nos empeñemos, nada permanece. Sí, queda ahí… ese ahí es el recuerdo, la memoria, el corazón. También tenemos con nosotros imágenes, documentos… y un sin fin de gestos, signos y símbolos que nos remiten a aquello que fue y que ya no es.
La realidad hoy… y levantamos el telón de esta realidad, lo hacemos con temor y temblor, ¿por qué será?, y así es: aparecen catástrofes, errores humanos imperdonables (guerras, explotación, muerte, abandono, corrupción, accidentes).
Puede parecer exagerada la afirmación: “Fuera de contexto, nada es verdad”. Sin embargo, y a pesar de lo que pueda parecer, tiene más de verdad que de falsedad. Fuera de contexto, fuera de un entorno, sin ningún tipo de referencia, conocimiento de las circunstancias, cualquier hecho permite mil interpretaciones distintas y quedarse con la que conviene, con la que interesa, y actuar en consecuencia. Casi con toda seguridad el resultado puede ser dañino. A partir del contexto, teniéndolo en cuenta, la interpretación y la comprensión de los hechos puede ser “más objetiva”.
No vamos a tratar aquí el problema del mal ni hablaremos sobre el diablo, sino que estudiaremos los pasajes evangélicos en los que Jesús sana a personas, liberándolas de los «demonios» que las tenían esclavizadas con diversos tipos de dolencias.
Este artículo tiene como finalidad presentar la espiritualidad unida y amiga entrañable de la sexualidad, gracias a la antropología holística que ofrece la posibilidad de integrar armónicamente en el todo de la unidad del ser humano a todos sus dinamismos.
La honestidad está configurada por diversos componentes psicológicos, la suma de todo ellos en la persona la determinan como honesta. Un sinónimo de honestidad podría ser rectitud. A rectitud, le acompaña la coherencia y ésta invita a la confianza, que es motivo de estima y aprecio… ¿Porque, dónde vamos con la mentira, la hipocresía, el engaño…?
La experiencia compartida es una riqueza, es una oportunidad y un aprendizaje y conocimiento que no se olvida; es añadir, sumar, lo que uno descubre y lo que los otros aportan.
Presentaciones de la historia de los 50 años de encuentros de Familia Dominicana en Caleruega y de las ramas que forman actualmente nuestra extensa familia religiosa en España.