Evangelio del día
Cuarta semana de Cuaresma

Del día 15 al 21 de Marzo de 2015

El que hace la verdad, se acerca a la luz

Introducción a la semana

Varios de los textos de esta semana que hablan de arrepentimiento y de perdón, están relacionados con la vuelta del antiguo Israel del destierro. Se contempla un porvenir cercano en el que la novedad abarcará no sólo la actitud interior de los liberados, sino también la situación del país en su conjunto. Es un modo de acentuar la repercusión cósmica que siempre tiene la amistad con Dios (como la tuvo, en sentido negativo, la enemistad que siguió al primer pecado). No somos sólo espíritu, sino también cuerpo, materia, mundo, y no puede extrañarnos que nuestra relación personal y comunitaria con Dios tenga importantes implicaciones en todos los ámbitos de nuestra existencia terrena. Eso explica que la predicación de Jesús sobre el reino vaya acompañada también, por ejemplo, de curaciones de enfermedades (incluso en sábado, a pesar de las prescripciones legales vigentes).

El clima propio de la Cuaresma se hace patente también en las alusiones al bautismo que aparecen de vez en cuando en las lecturas: el agua que mana del templo y todo lo purifica y lo revitaliza, la piscina en la que se curan los tullidos y junto a la cual Jesús ejerce su poder sanador. Este tiempo es, desde muy antiguo, preparación de los catecúmenos para el bautismo y es para nosotros una invitación a revivir los compromisos bautismales que renovaremos litúrgicamente en la Vigilia Pascual.

Un aspecto importante que nos inculca la liturgia, en relación con el pecado y el perdón, es el poder que tiene la intercesión ante Dios en favor de los demás. En el AT el pueblo provocó con sus pecados la ira del Señor, pero Moisés –contra el cual el pueblo había protestado más de una vez- le suplicó que tuviera misericordia y Dios le escuchó. Por eso la Iglesia nos exhorta a interceder especialmente en este tiempo de Cuaresma por los pecadores. No se trata, desde luego, de aplacar la ira divina –Dios es un Padre infinitamente compasivo-, sino de mostrar nuestro interés por los hermanos.

La perspectiva pascual descubre, cada vez más claras, la discordia que suscitaba Jesús y la amenaza que se cernía sobre él. Aunque “todavía no había llegado su hora”.

 Archivo Evangelio del día

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