Evangelio del día
Decimoquinta semana del Tiempo Ordinario - Año Par

Introducción a la semana

Ya en centro del mes de julio, verano pleno en nuestro hemisferio Norte, en esta semana brilla de manera especial la fiesta de Ntra. Sra. del Carmen. Digo fiesta, aunque en la Liturgia se presente sólo como memoria obligatoria. Pero la devoción popular es tan atendible como la liturgia. Son muchas las mujeres que llevan el nombre de María del Carmen –también varones de nombre Carmelo-, es el mundo del mar que la tiene como patrona, en fin son muchas las localidades que veneran esa advocación. Y por supuesto, y sobre todo, la familia carmelitana. También se hace memoria de san Buenaventura, el gran místico y doctor de la Iglesia.

La Palabra de Dios en la primera lectura ofrece textos del profeta Isaías. El de más relieve de los profetas. Encargado de anunciar la ruina de Judá e Israel, pero también de los tiempos mesiánicos de paz y prosperidad. Pero sobre todo el que fija cuál es el culto que agrada a Dios. El sábado aparece la figura de otro profeta, Miqueas. Profeta de grandes denuncias contra los poderosos de Israel y Judá.

Los textos evangélicos –continúan siendo de san Mateo- son muy variados en esta semana: el lunes sigue la catequesis de Jesús a los apóstoles sobre las exigencias de su seguimiento, el martes se muestra a Jesús imprecando a las localidades que no le han acogido bien. Al día siguiente se verá, por el contrario, a Jesús feliz y contento dar gracias al Padre porque los sencillos sí le acogen. A ellos les ofrece su corazón manso y humilde para abrazar su cansancio, el agobio del vivir. En fin el viernes se ofrece uno de los enfrentamientos entre Jesús y los fariseos, que lleva a que éstos quieran acabar con él.
 

Días de la semana