Dom
7
Dic
2014

Homilía II Domingo de Adviento

Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)

Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

En las pautas se decía que el tiempo de Adviento es el tiempo del protagonismo de los profetas. Y profetas somos nosotros. Una de las características del profeta es su esperanza activa que se traduce en lucha por la igualdad y en la práctica de la compasión. “Viviremos cristianamente el adviento si sabemos pasar del pesimismo a la esperanza siempre reconocida. Y podremos dar ese paso si tratamos de luchar denodadamente por la igualdad entre los seres humanos y por ser todos precursores como el Bautista” (González Faus, José Ignacio ; Homilética 2014-6,pág 5). Esperanza activa en el “Luchar denodadamente por la igualdad”(o por la “equidad”, como suele decir el Papa Francisco) es lo que nos podíamos proponer en este Adviento junto con la práctica del consuelo (primera lectura) y de la compasión. Adviento no es solo la Navidad que vino sino la que tenemos que hacer llegar cada día hasta que la paz, la igualdad, la justicia y el bienestar abarquen a todos los pueblos. El Papa Francisco en su discurso en la Conferencia Internacional de la FAO (19 de Noviembre) lo recordó también: “Las personas y los pueblos exigen que se ponga en práctica la justicia; no sólo la justicia legal, sino también la contributiva y la distributiva”.

  • La lucha denodada por la igualdad

"En todo el mundo conviven unos niveles de riqueza absurdos con la pobreza más desesperada. Las diferencias entre ricos y pobres están aumentando rápidamente y la desigualdad económica ha alcanzado niveles extremos" (Informe de Intermón-Oxfam del 30 de Octubre de 2014) Según el mismo informe, las causas de la desigualdad son principalmente dos: "el fundamentalismo de mercado y el secuestro democrático por parte de las élites". "La influencia y los intereses de las élites políticas y económicas han reforzado la desigualdad. El dinero compra el poder político, que los más ricos y poderosos utilizan para afianzar aún más sus injustos privilegios". Por ello, Oxfam considera que los Gobiernos deben rechazar este "fundamentalismo de mercado" como primer paso para reducir la desigualdad, "oponiéndose a los intereses particulares de las élites poderosas, cambiando las leyes y sistemas que han provocado la actual expansión de desigualdad y adoptando medidas para equilibrar la situación a través de la introducción de políticas que redistribuyan el dinero y el poder".

La desigualdad también existe a nuestro lado:
- En España, las 20 personas más ricas poseen tanto como el 30% más pobre (14 millones de personas).
- El 1% de los más ricos de España poseen tanto como el 70% de los españoles (menos de medio millón de personas frente a 32,5 millones de ciudadanos).
- Tres españoles acumulan una riqueza que es más del doble que la del 20% más pobre de los ciudadanos (más de 9 millones de personas).
- En el último año, las 20 personas más ricas de España incrementaron su fortuna en 15.450 millones de dólares (más de 1,7 millones por hora), acumulando una riqueza de 115.400 millones de dólares.

Los “profetas” no podemos quedarnos al margen de toda esta problemática a la que se suma –en palabras del Papa Francisco-“el cáncer social de la corrupción profundamente arraigada en muchos países, en sus gobiernos, empresarios e instituciones cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes” (EG 60). En el momento actual tenemos que apuntarnos a todas aquellas iniciativas que surgen a nuestro alrededor para obligar a los gobiernos a promover una vida más digna para todos: sanidad, educación, vivienda, alimentación, trabajo. Principalmente las iniciativas políticas, las movilizaciones de la sociedad civil, las manifestaciones denunciadoras de la situación de desigualdad, los movimientos en pro de la instauración de una “renta básica”…. Y juntamente con las iniciativas de “promoción”, también podríamos apuntarnos a iniciativas “asistenciales” que se puedan llevar a cabo en nuestras parroquias y barrios. Las comunidades cristianas también tenemos ahí un campo de oro para hacer realidad aquellas palabras del libro de los Hechos (2,42-47): “Los creyentes estaban todos unidos y poseían todo en común. Vendían bienes y posesiones y las repartían según la necesidad de cada uno”. Seguramente tendremos la oportunidad de participar en alguna “campaña de Navidad” que busque llevar algo de alegría tanto en nuestro territorio como en América Latina o África, continentes tan castigados por la desigualdad. Y será también el momento de preparar una Navidad más centrada en lo esencial: la vivencia de los valores de Jesús. Una Navidad menos centrada en el consumo irresponsable que nos ofrece nuestro entorno.

  • La práctica del consuelo

Otra de las características de los profetas nos la ofrece hoy también el Segundo Isaías: “Consolad, consolad a mi pueblo…. El Señor llega… Es como un pastor que apacienta su rebaño… lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres”. El profeta no solo denuncia los abusos de los poderosos y anuncia tiempos mejores, sino que está junto al pueblo oprimido levantándole (promocionándole) y llevándole consuelo. Los que celebramos la Navidad en los años después de Cristo no vivimos a oscuras. Tenemos a nuestro lado al Gran Compañero y Profeta Jesús que nos dejó sus palabras y su testimonio de “buen pastor” para ir preparando la llegada de su Reino. Tenemos a nuestro lado testigos como el Papa Francisco que nos dice: “salir de la propia comodidad, y atreverse a llegar a todas las periferias” (EG 20)” “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan (EG 24). Festejar Navidad, sí. Pero si antes nos involucramos en la práctica de la igualdad y el consuelo.

En este tiempo de Adviento también necesitamos potenciar la cercanía, el consuelo, el cariño, el diálogo con los que están cerca, con nuestras familias. Pero también es tiempo de practicar esos valores en nuestras comunidades parroquiales. Y aún más: llegar a otras personas, en la calle, en el mercado, en el paseo, en el ascensor... Estamos necesitados de comunicación y diálogo cada día más; con las redes sociales y también sin ellas, cara a cara.

Otra cosa más: festejar. Son días muy propios los del Adviento para tener una buena celebración del perdón acompañada de un buen rato de compañía y convivencia. Son días también de preparar con esmero nuestras celebraciones dominicales, hacerlas más participativas y dejar que en ella afloren “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias…” (Vaticano II: Gaudium et spes)