Dom
5
Jun
2011

Homilía VII Domingo de Pascua

Año litúrgico 2010 - 2011 - (Ciclo A)

Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

No he olvidado la primera vez que subí al campanario de una catedral para poder contemplar desde las alturas el panorama de una famosa ciudad medieval. Desde allí arriba las cosas se veían muy distintas. Las personas eran puntos diminutos que se movían de un lado a otro. Las casas que desde la calle parecen amontonarse unas junto a otras, desde las alturas formaban hileras con formas geométricas. Pero sobre todo me llamaba la atención que desde lo alto el ajetreo y el ritmo de la ciudad aparecía ralentizado; lo coches y las personas se movían con más parsimonia y lo hacían en silencio. El ruido y el ajetreo de la ciudad se había transformado en calma y tranquilidad.

Hace mucho tiempo que no subo a lo alto de un edificio a contemplar la ciudad. Y quizás me viniera bien hacerlo de vez en cuando. Estoy seguro que desde las alturas veré con otros ojos el ajetreo de cada día. No me sentiré tan presionado por las urgencias y las tareas de cada día. Juzgaré de otra manera los roces cotidianos. No me angustiarán tanto las preocupaciones. De vez en cuando viene bien subir a lo alto para desde allí arriba contemplar las cosas desde la distancia y con otra perspectiva.

Los cristianos celebramos hoy la fiesta de la Ascensión. Uno de los sentidos de la celebración de esta fiesta es que Jesús nos propone dirigir nuestra mirada a lo alto; a ese lugar desde donde podemos ver las cosas con otra perspectiva. Jesús marcha al cielo, que bíblicamente no son las nubes sino el lugar en el que Dios vive. Y nos ofrece la posibilidad de ver las cosas desde la perspectiva de Dios.

Desde esa perspectiva puede ser que percibamos que esas aspiraciones que tenemos y en las que invertimos tanto tiempo y energía no merecen la pena. Puede ser que caigamos en la cuenta que a veces descuidamos lo que realmente importa en la vida: nuestras relaciones con los demás. Puede ser que nos haga recapacitar en que estamos descuidando nuestra responsabilidad social, las atenciones que debemos a nuestra familia….

El cielo del que Jesús habla no es una torre de marfil ni son las nubes. El cielo es una dimensión de nuestra vida. Jesús quiere introducirnos hoy en esa dimensión de nuestra vida desde donde podemos ver y juzgar el sentido profundo de lo que hacemos y vivimos. Por eso mirar al cielo no significa desentendernos de la tierra y de sus problemas. Al contrario significa contemplarlos desde otra perspectiva y desde otra mirada. Por eso Jesús pide a sus discípulos en la Ascensión que no se queden mirando al cielo sino que se comprometan con los problemas de la historia.

Todos podemos utilizar la oportunidad de ver nuestra vida cotidiana con otros ojos, de tomar distancia de nuestros problemas. Utilicemos la oportunidad. Dejémonos llevar por Cristo hacia esa dimensión desde donde podemos ver todo con más claridad.