Dom
30
Oct
2016

Homilía XXXI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)

Hoy ha llegado la salvación a esta casa

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Evangelio: el libro de los encuentros con Jesús

Alguien ha definido los evangelios como una historia de salvación a través del encuentro con Jesús. Jesús trae un mensaje de salvación para todos y en la predicación de ese mensaje se va topando con distintas personas. Unas reaccionan acercándose a él, aceptando su mensaje y dejándose transformar por él; por eso deciden seguirle. Otras lo escuchan con curiosidad, pero se mantienen indiferentes, sus vidas no cambian. Otras se revuelven ante su mensaje porque, o no lo comprenden, o temen perder la situación privilegiada en que viven. Se convierten en sus enemigos. Es por lo que lo atacan y tienden constantemente celadas para poder sorprenderlo en alguna contradicción y tener motivos que justifiquen su oposición. Él, sin embargo, sigue su camino anunciando a todos la salvación, sin presionar ni forzar a sus oyentes. Lo hace porque él ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

  • Zaqueo y el desconocimiento de uno mismo

Hoy recordamos uno de esos encuentros salvadores. Los protagonistas son, por una parte Jesús, deseoso de rescatar a alguien que está perdido, alguien considerado pecador por aquella sociedad y, al mismo tiempo despreciado por colaborador de Roma. Por otra parte Zaqueo, alguien deseoso de conocer a Jesús, pero, seguramente, convencido de que no puede acceder directamente a Él. Seguramente teme encontrarse directamente con Jesús, él pecador y alejado de ese círculo de gente sencilla y cumplidora. Por eso se sube a un árbol desde donde contemplarlo a distancia, sin tener que afrontar una situación delicada para él.

Parece que a Jesús no le pasa inadvertida su actitud y, frente a la postura de desprecio de los demás, Él se acerca y se autoinvita a comer en su casa. Y es en esa comida donde tiene lugar el encuentro en profundidad con Jesús y es lo que ocasiona la conversión de Zaqueo. Ignoramos cuál fue el tema de conversación de aquella comida, pero sí conocemos los frutos de la misma. Jesús habló y Zaqueo se dejó interpelar por sus palabras. El fruto de aquella conversación es que Zaqueo pudo, tras ello, sacar lo mejor de sí mismo: donde había injusticia, fraude y egoísmo, van emergiendo justicia, reparación y generosidad sobreabundante.

Es bueno observar que la reacción de Zaqueo se centra fundamentalmente en aquellas cosas que hacen referencia a los demás. “La mitad de mis bienes se la doy a los pobres y si de alguno me he aprovechado, les restituiré cuatro veces más”.

  •  “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”

Como dice Jesús, en respuesta al arrepentimiento y la conversión de Zaqueo, “hoy ha llegado la salvación a esta casa”. La salvación que ofrece Jesús no surge automáticamente; comienza por descubrir nuestra verdad más profunda. El contacto con Jesús nos acerca a lo que realmente somos. Es lo que nos facilita llegar a ser el que realmente somos. Sólo tras el encuentro con Jesús, Zaqueo empieza a ser él mismo. Jesús con su presencia ha rescatado al que, sí, estaba perdido, pero que era también hijo de Abraham.

Cada domingo, como comunidad cristiana, venimos a encontrarnos con Jesús. De ese encuentro ha da salir la conversión que, poco a poco, vaya sacando de nosotros lo mejor que en nosotros hay y que se ve anegado, muchas veces, por todo un mundo superficial y materialista.

  • ¿Cuáles son nuestras riquezas?

El pasaje de Zaqueo nos invita a pensar de qué cosas nos sentimos ricos e importantes y, sin embargo, nos hacen pequeños ante Dios y nos impiden ver al Jesús que pasa cerca de nosotros ofreciéndonos la salvación. Los Padres de la Iglesia insisten en que, frecuentemente, no es el aliciente del mal al que estamos acostumbrados o la oposición que encontramos lo que nos impide comenzar una nueva vida; es el miedo al ridículo. Localizar esas realidades nos pueden ayudar a dar el primer paso para una conversión real. Ser conscientes de esas ataduras y de nuestra pequeñez es el mejor modo de hacer que el encuentro con Él sea fructífero. Es el camino que nos puede llevar a la gracia de acogerlo en nuestra casa y dejar que nos hable al corazón. Jesús trae la salvación, nos libera de nuestras esclavitudes, saca de nosotros lo mejor de nosotros mismos, nos descubre lo que realmente somos y lo que estamos llamados a ser: hijos de Dios.

  •  Nuestra salvación: Encontrarnos con Jesús

Pablo nos avisa hoy de que no nos calentemos la cabeza con supuestas revelaciones acerca del fin del mundo. Entonces, como hoy, hay quienes andan preocupados por venidas divinas terribles, llenas de amenazas y castigos por nuestros pecados, pero eso es algo que tiene poco que ver con el Dios compasivo que “cierra los ojos a los pecados de los hombres”, que no ha venido a condenar sino a salvar y a buscar lo que estaba perdido.

Por eso, la venida que nos debe interesar ante todo es este “pasar” cotidiano de Jesús a través de nuestra ciudad, de nuestra vida, siendo conscientes de que quiere encontrarse con nosotros y autoinvitarse a nuestra casa. Se trata de un encuentro que nos llama a iniciar un camino, una vocación que hemos de ir realizando día a día, pidiendo en la oración cotidiana, en la conversación con el Cristo que habla sentado a nuestra mesa. Solo el paso de Jesús por nuestra vida podrá transformar nuestra existencia y nos dará la fuerza para que, como en el caso de Zaqueo, no se quede sólo en buenos deseos, sino que nos lleve a dar frutos de buenas obras, mirando, sobre todo, a nuestra relación con los demás.