Dom
3
Nov
2019

Homilía XXXI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)

He venido a salvar lo que estaba perdido

Introducción

El libro de la Sabiduría nos descubre hoy un lado oculto del corazón de Dios, nos anuncia una feliz y reconfortante noticia para sus amigos y para quienes le busque sin conocerle apenas todavía. En el  evangelio, Lucas nos invitará a participar en el encuentro de Zaqueo con Jesús; ambos se buscan y en el encuentro ocurre la salvación. El libro de la Sabiduría muestra la fuerza que hace posible el encuentro. 

  • “Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan”. Compadecerse del marginado, sin mirar, distraído, para otro lado, evitando el espectáculo doloroso es propio y genuino de almas y corazones fuertes; la lástima –parecida a la compasión, pero distinta- es pasajera, descomprometida, miedosa. Dios es fuerte porque todo lo puede, incluso perdonar. El poder de Dios es su compasión.
  • “Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado”. Las criaturas de Dios son buenas, dignas de ser amadas. No hay que demonizarlas con un mal maniqueísmo. Sólo el pecado destruye la belleza y la armonía de la creación. Únicamente el pecado rompe el cosmos y provoca el caos.
  • “¿Cómo podría subsistir una cosa si tu no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado? Existir, subsistir, resistir son maneras existenciales, más o menos exitosas, de afrontar la vida personal. Hemos sido llamados por Dios a asumir vigorosamente estas tareas vitales.
  • Finalmente, el Libro de la Sabiduría concluye afirmando: “Pero tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor amigo de la vida”. Esta última afirmación concluye y da sentido a las anteriores. El perdón, la compasión, el cuidado de la creación, la existencia de los seres es posible porque el Señor es amigo de la vida.

Este es el rasgo sobresaliente del corazón de Dios que ilumina el paisaje de este domingo, día del Resucitado: que nuestro Dios es el Dios de la vida, que la ama, la mantiene y la protege. Que Jesús es la Palabra creadora del Padre en la que estaba la vida desde siempre (cf. Jn 1, 4), que es “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14, 6) y que desea que sus ovejas “tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).