Dom
3
Jun
2018

Homilía Corpus Christi

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

Tomad, esto es mi cuerpo

Introducción

Hoy celebramos la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, más conocida entre nosotros como el “Corpus Cristi”.

Está aún muy reciente el Jueves Santo centrado también en el relato de la última cena de Jesús con sus discípulos celebrando la pascua judía. Ahora volvemos a leer este mismo relato tomado esta vez del evangelio de Marcos. Estamos en otro contexto, ha pasado el gozo pascual, es el llamado tiempo ordinario del ciclo litúrgico y en esta solemnidad se  subraya lo que representa la eucaristía en la vida cristiana. Estamos ante un dogma central de nuestra fe que es la Presencia real del Señor Jesús en el pan y el vino eucarístico.     

La Comunidad cristiana, desde los primeros momentos de su existencia, tuvo una conciencia muy clara de esta presencia al reunirse para recordar la cena del Señor. En el pan y el vino que compartían encontraban la fortaleza para ser testigos de su fe en medio de las persecuciones. Con el tiempo, al estabilizarse la vida de la iglesia, surgen otras manifestaciones litúrgicas en torno a esta presencia en el pan eucarístico, tales como la devoción al “Santísimo Sacramento”, reservado en los sagrarios de las pequeñas o grandes iglesias repartidas por todo el mundo cristiano. Es una presencia que hasta nuestros días alienta la oración privada de los fieles. Después vendrá la Adoración al Santísimo Sacramento, las Procesiones eucarísticas y otras manifestaciones populares, sociales y festivas. Tanto en las grandes ciudades, como en los pequeños pueblos o aldeas de nuestro país siguen vivas estas expresiones religiosas,  es la religiosidad popular que no debemos despreciar, porque de algún modo es el sentir del pueblo cristiano que ve en el sacramento eucarístico una Presencia  del Señor Jesús que alienta y sostiene su vocación cristiana.