Dom
3
May
2015

Homilía V Domingo de Pascua

Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)

No amemos solamente de palabras sino con obras y de verdad

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

El texto del Evangelio de Juan nos ofrece hoy una bella imagen para ilustrar la relación del discípulo con Jesús. La imagen de la viña (vid-viñador) es una tradición muy presente en el Antiguo Testamento y nos recuerda la relación de YHWH con su pueblo Israel. A esta viña se pertenecía sólo por la sangre; en cambio, ahora Jesús afirma que Él es la “verdadera” viña y a ésta se pertenece sólo por la fe, sin importar que sean judíos o griegos; es decir, todos tienen la posibilidad de formar parte de la vid verdadera.

Jesús es la verdadera vid y nosotros las ramas. Nuestra vida espiritual, nuestra vida cristiana o nuestra vida de discípulos y discípulas, no se puede comprender sin esta unión con la persona de Jesús, la verdadera vid. De él recibimos toda la fuerza, toda la vitalidad y todo el amor para ser fecundos.

En realidad la insistencia del evangelio está en producir frutos y esto solo lo podemos lograr si permanecemos unidos a la vid. Se repite varias veces la palabra “permanecer” porque aquí está la clave para la fecundidad, una necesidad profundamente humana que nos toca a todos.

Este “permanecer” no indica solamente el estar presente, sino también incluye la unión recíproca, el conocimiento mutuo y el amor como la relación que hay entre el Padre y el Hijo. De hecho, Jesús también dice que el Padre permanece en El y El permanece en el amor del Padre. El mismo verbo aparece más de una vez en la Primera Carta de Juan que leímos.
Todo discípulo está llamado a ser fecundo, a producir frutos de buenas obras; es decir, no solo a amar de palabras o de labios para afuera, sino con obras y de verdad, como nos recuerda la segunda lectura.

En este camino de fecundidad es muy interesante la acción de Dios Padre, el viñador, que nos purifica por medio de la palabra de Jesús. ¡El Viñador poda las ramas para que den más frutos todavía! Es un constante proceso de conversión y purificación para llegar a ser discípulos de Jesús. El matiz del verbo griego (genesthe) también nos da una pista de este proceso: llegar a ser.

El tiempo pascual es propicio para revisar nuestra vida de discípulos y discípulas a luz de Jesús resucitado. Tiempo de gracia para mirar nuestras prácticas comunitarias, eclesiales y personales. ¿Qué frutos estamos dando? ¿Nuestro amor cristiano puede verse en gestos y acciones concretas? ¿Cómo reaccionamos antes las “purificaciones” que recibimos en la vida? Y finalmente, ¿estamos glorificando a Dios con nuestras vidas llenas de ilusión, esperanza y misericordia?

Si las respuestas a estas preguntas no son positivas, seguramente nos producirá cierto dolor, cierta tristeza. Esto ya es el comienzo del trabajo del Viñador que ya empieza a podarnos e invitarnos a permanecer en Jesús. Así llegaremos a ser discípulos para la gloria de Dios Padre, el Viñador.

Personalizando esta palabra del evangelio, podemos preguntarnos acerca de nuestros anhelos y deseos más profundos como seres humanos. Si descubrimos esta necesidad de ser fecundos, de pasar por la vida dejando huellas significativas, de ser útiles al semejante… entonces ya estamos encaminados a ser discípulos de Jesús. Te propongo que entregues al Señor resucitado tus anhelos, esfuerzos, ilusiones, trabajos, frustraciones, etc., para que todo eso se llene de la Vida que él nos trae.

Sugiero estas palabras claves para la reflexión personal: vid-sarmientos; purificación-palabra de Jesús-dar más fruto; ‎permanecer-frutos-llegar a ser discípulos.