Dom
27
May
2018

Homilía La Santísima Trinidad

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

Medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Medita en tu corazón

 La celebración de hoy sólo es posible desde la adoración,  el asombro y el entusiasmo que nace en el reconocimiento de lo que soy en Dios y Dios es en mí. Esta conciencia nos confiere una mirada adecuada para edificar  la existencia de un modo integrado y lúcido que genere comunión desde dentro hasta cada dimensión que nos constituye: personal, social, política. El gozo es el signo más evidente de asentir a la gracia.

Ese Espíritu y nuestro espíritu

Dios nos brinda mandatos de vida, nos ofrece su palabra, se manifiesta  como amor fiel y compasivo. Pero es necesario entrar en sintonía de onda, hacernos conscientes de que el don está siempre dispuesto a ser otorgado, desplegado.” Hoy” es el tiempo, “ahora” es el tiempo de Dios para ti.

 La meditación como ámbito de encuentro con el Dios de Jesús resulta imprescindible para reconocer a Dios tal y como se revela, no  como nos lo dibujan o como lo asimilamos de prestado.

 La meditación es el espacio de libertad en el que podemos  reconocernos como somos: hijos; para descubrir Su corazón como es: compasivo, fiel;  para  permitir que pueda reflejarse en mi como los demás  necesitan.

Sabed que yo estoy con vosotros

En esta solemnidad la Iglesia hace memoria de las monjas y monjes que se dedican de modo específico a un estilo de vida contemplativo. El lema de este año es: “Solo quiero que le miréis a él”. Jesús es la puerta para entrar a la Presencia. Lo dijo él.

La llamada a introducirnos en el misterio trinitario, a vivirlo con entusiasmo y pasión, también con coraje y constancia, no es exclusiva de los contemplativos. Todo cristiano es invitado a saborear el don de la comunión y responsable de sembrarla en su espacio vital. Toda persona es convocada a la aventura espiritual, al cultivo de su dimensión profunda si ha de aspirar a una calidad humana digna.

Los monasterios debiéramos ser humildes celemines que recuerdan lo apasionante de esta vocación universal y estar preparadas para comunicar esta fascinación, orientar los procesos y acompañar los itinerarios.