Sáb
7
Oct
2023
El Señor está contigo

Primera lectura

Lectura de la profecía de Zacarías 2, 14-17

Alégrate y goza, Sion,
pues voy a habitar en medio de ti
—oráculo del Señor—.
Aquel día se asociarán al Señor
pueblos sin número;
ellos serán mi pueblo,
y habitaré en medio de ti,
Entonces reconocerás
que el Señor del universo
me ha enviado a ti.
Judá será la herencia del Señor,
su lote en la tierra santa,
y volverá a elegir a Jerusalén.
¡Silencio todo el mundo
ante el Señor que se levanta
de su morada santa!

Salmo de hoy

Salmo Lc 1, 46b-47. 48-49. 50-51. 52-53. 54-55 R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R/.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitaran todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo. R/.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R/.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R/.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R/.

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».

El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, "porque para Dios nada hay imposible"».

María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».

Y el ángel se retiró.

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

El Señor puso su morada entre nosotros

El Profeta Zacarías motiva al pueblo a celebrar con mucha alegría el hecho de que el Señor quiera morar en medio de él, y que lo haga a título personal, eligiéndolo como su morada. Dios habita en medio de su pueblo mediante su palabra, sus acciones salvíficas a lo largo de la historia, pero de manera excepcional en la persona de su Hijo.
La comu­nidad creyente celebra en la acción litúrgica la presencia del Señor en medio de ella a través de la Palabra y de la Eucaristía. Esta acción litúrgica debe estar marcada por la alegría del encuentro con el Señor en medio de ella y de su palabra que se deja oír mediante los textos de la Sagrada Escritura.  

María ha sido ese modelo de alegría ante la acción de Dios en ella y por medio de ella, así como modelo de escucha atenta y dispuesta a cumplir su voluntad.

La favorecida de Dios

Cuando el ángel dice a María “El Señor está contigo”, no le expresa un simple deseo, la felicita porque es una realidad que el Señor, con todo su amor y su poder está realmente con ella.

A nosotros nos dice, “es té”.  Dios quiere estar con cada uno de sus hijos e hijas. Pero el que efectivamente esté con cada uno de nosotros, eso depende de cada uno. Dios no fuerza la puerta de nuestro corazón. Dios llama a la puerta. Él entra y se queda con nosotros. Como dice el Apocalipsis: Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno me abre entraré y cenaremos juntos”.

Por desgracias, muchos no oirán siquiera la llamada del Señor, porque hay mucho ruido a su alrededor y también dentro de su corazón.

Nosotros estemos atentos para poder abrirle en cuanto llame, como hizo siempre María.

Que nuestra Madre del Rosario nos lleve de la mano hasta Jesús, Vida y Esperanza nuestra.