Mié
7
Oct
2020
La fuerza del altísimo te cubrirá con su sombra

Primera lectura

Lectura de la profecía de Zacarías 2, 14-17

Alégrate y goza, Sion,
pues voy a habitar en medio de ti
—oráculo del Señor—.
Aquel día se asociarán al Señor
pueblos sin número;
ellos serán mi pueblo,
y habitaré en medio de ti,
Entonces reconocerás
que el Señor del universo
me ha enviado a ti.
Judá será la herencia del Señor,
su lote en la tierra santa,
y volverá a elegir a Jerusalén.
¡Silencio todo el mundo
ante el Señor que se levanta
de su morada santa!

Salmo de hoy

Salmo Lc 1, 46b-47. 48-49. 50-51. 52-53. 54-55 R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R/.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitaran todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo. R/.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón. R/.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R/.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R/.

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».

El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, "porque para Dios nada hay imposible"».

María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».

Y el ángel se retiró.

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Voy a habitar en medio de ti

El profeta Zacarías nos hace un llamamiento a la alegría, a ensanchar nuestros corazones porque el Señor va habitar en medio de su pueblo: es una promesa realizada a lo largo del tiempo como una historia de salvación.

La fe no está reñida con la alegría, no somos creyentes sombríos o entristecidos por la ausencia de compañeros de camino. La fe nutre el alma de alegría porque es en ella donde se encuentra el habitar de Dios. La presencia de Dios no es misteriosa sino real, Dios acampa en la realidad humana, se hace presente en sus alegrías y esperanzas, también en sus dolores y tristezas.

Las palabras de Zacarías también nos invitan al silencio, para poder contemplar cómo el Señor se levanta de su morada Santa, y establece su morada en medio de los hombres.

Dos actitudes en la vida que son importantes para alcanzar una mayor profundidad en la felicidad que buscamos: Alegría y Silencio.

Respecto a la alegría, Pablo VI en su carta Gaudete Domino, sobre la alegría cristiana nos dice: “De esta manera el hombre experimenta la alegría cuando se halla en armonía con la naturaleza y sobre todo la experimenta en el encuentro, la participación y la comunión con los demás. Con mayor razón conoce la alegría y felicidad espirituales cuando su espíritu entra en posesión de Dios, conocido y amado como bien supremo e inmutable”.

Es una alegría fundamentada en la búsqueda y encuentro de Dios. Toda alegría nos puede parecer quebradiza ante los acontecimientos de dolor y sufrimiento, pero eso sólo pertenece a los momentos de tempestad por lo que hay que pasar para reconocer en nosotros que la presencia de Dios nos colma de su alegría.

El silencio por su parte, nos llama a la contemplación de la Presencia de Dios en nuestra vida, cómo nos libera y restaura cada día habitando entre nosotros. No es un Dios que se desentienda de su pueblo, sino que permanece presente mostrándonos un camino de sanación. Por eso, en el Silencio se hace necesario acallar las voces del dolor, de la incomprensión, del sin sentido, las voces de la tristeza, de la injusticia, para comprender cómo actúa Dios en nuestra vida. Dios escucha el grito de dolor que lanza su pueblo al cielo, pero una vez dado el grito, se necesita silencio para respirar y comprobar por donde nos viene el aliento de Dios.

La fuerza del altísimo te cubrirá con su sombra

No otra cosa, sino un anuncio de Alegría es lo que recibe María con el saludo de Gabriel: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. No puede ser más tranquilizador y más inquietante dicho saludo. Tranquilizador, porque se da muestra de la presencia de Dios, inquietante porque ese saludo se hace personal y le interpela hacia un compromiso mayor.

Has hallado gracia ante Dios: y la gracia se muestra bajo la concepción de la vida. Con el mensaje de alegría se engendra la vida, y Dios tiene un proyecto para ese hijo que va a nacer: “Será grande, se llamará hijo del Altísimo…reinará para siempre”

Hoy es el día de la Virgen del Rosario, los dominicos estamos bajo su protección. Cuando invocamos en las letanías el nombre de María, le hemos añadido sobrenombres que llaman al consuelo, al auxilio, a la alegría, como Madre de Dios y Madre nuestra. De ella hemos heredado la apertura de nuestro corazón lleno de confianza hacia Dios, pero ella siempre nos indica un camino para llegar a Él, su Hijo.

Con ella recibimos esa fuerza del Altísimo que nos cubre con su sombra y disipa toda duda, a pesar de que su fuerza desencaje nuestros proyectos. Necesitamos de la mirada de María, para volver sobre los pasos de Jesús y comprender que era necesario la presencia de Dios, para que el diálogo de la salvación se llenara de plenitud, de realización, de plena revelación.

Hágase en mí según su palabra: No es una frase fácil de pronunciar. Se necesita un corazón disponible, servicial, que comprenda la grandeza de Dios, que comprenda su habitar entre nosotros. María comprendió que en su sacrificio se abría la salvación para la humanidad. Confiarse en las manos de la Providencia, en las manos de Dios, supone una apertura de mente y corazón para que Dios actúe como salvación. Con María se abrió un horizonte de esperanza para la humanidad. Su libre adhesión a Dios procuró que la esperanza se abriera a la humanidad.

Oremos, para que, con María, sepamos pronunciar nuestro fiat a Dios por la humanidad. Que su implicación en el proyecto de salvación nos encamine hacia una mayor profundización en nuestra fe, al servicio de quienes en este mundo sienten el sufrimiento y el pesar de la existencia. Que en María encuentren el consuelo de Dios.