Nada hay oculto que no llegue a descubrirse

Primera lectura

Comienzo del libro de Esdras 1,1-6:

El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor, para que se cumpliera la palabra del Señor por boca de Jeremías, el Señor despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, para que proclamara de palabra y por escrito en todo su reino:

«Esto dice Ciro, rey de Persia:
El Señor, Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha encargado que le edifique un templo en Jerusalén de Judá. El que de vosotros pertenezca a su pueblo, que su Dios sea con él, que suba a Jerusalén de Judá, a reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén. Y a todos los que hayan quedado, en el lugar donde vivan, que las personas del lugar en donde estén les ayuden con plata, oro, bienes y ganado, además de las ofrendas voluntarias para el templo del Dios que está en Jerusalén».

Entonces, los cabezas de familia de Judá y Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos aquellos a quienes Dios había despertado el espíritu, se pusieron en marcha hacía Jerusalén para reconstruir el templo del Señor.

Todos los vecinos les ayudaron con toda clase de plata, oro, bienes, ganado y objetos preciosos, además de las ofrendas voluntarias.

Salmo de hoy

Salmo 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6 R/. El Señor ha estado grande con nosotros

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R.

Recoge, Señor, a nuestros cautivos,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.

Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.

Mirad, pues, cómo oís. pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Que su Dios los acompañe

El libro de Esdras junto al de Nehemías son casi los únicos documentos que tenemos sobre la historia de Israel durante los siglos oscuros que siguieron al destierro del pueblo judío en Babilonia. La vuelta a su patria y a su tierra no será tan feliz como habían supuesto, pero es precisamente en este periodo cuando se construye el judaísmo bíblico, en torno al Templo de Jerusalén y a la Torá.

Hoy comenzamos la lectura del libro de Esdras, sacerdote y escriba, un gran reformador al servicio de Dios. La narración comienza señalando la fecha del decreto real, el año primero de Ciro, rey de Persia, que abría a los judíos la esperanza de volver a su tierra. El autor pone de relieve que este edicto se publicó para que se cumpliese la palabra de Yahvé por boca del profeta Jeremías e indica en líneas generales su contenido. El proceder de Ciro para con los judíos concuerda perfectamente con sus métodos de gobierno. El edicto real, más que obra del rey debe considerarse como una acción de Dios que mueve y despierta el corazón de los reyes a hacer su voluntad. Para dar valor y fuerza a dicha ley ésta se formula de viva voz y por escrito.

Muchos de los judíos deportado en Babilonia se habían adaptado a vivir en tierra extranjera e incluso se habían enriquecido, es por ello, por lo que no todos quisieron regresar, ni hubo una imposición por parte del rey a la salida. El motivo principal del regreso a la patria no será otro que reedificar el templo de Yahvé en Jerusalén.

Con el fin de invitar a emprender el regreso el rey hace un llamamiento a todos los que conviven con los judíos para que les ayuden con plata, oro, utensilios y ganados, cosas necesarias tanto para el largo viaje cuanto para poder rehacer su vida en Judá. Dios por mediación de Ciro no se olvida de su pueblo y lo provee, como lo ha hecho siempre, de aquello que necesitan para la vida, no solo el alimento sino también su presencia y su compañía.

Los vecinos, es decir, aquellos con los que el pueblo de Israel ha convivido, judíos o no, se muestran generosos, y se prestan a compartir unos bienes que no esperan ser devueltos. Finalmente, algunos grupos de judíos escuchan la voz de Dios que les apremia y anima a subir a Jerusalén y reconstruir el templo del Señor. Volver después de años de exilio no es fácil, hay que reconstruirse para construir una vida nueva en la que él Señor es su auxilio y su guía.

Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija

La lectura de hoy, del evangelio de Lucas, nos invita a adentrarnos en el símbolo de la Luz. De la palabra de Dios como semilla, que el evangelista nos ha narrado en el pasaje anterior (Parábola del sembrador 8,4-15), pasamos ahora a verla como luz. El texto podemos dividirlo en tres sentencias que culminan en una advertencia:

La luz como símbolo de la predicación de Jesús (8,16). Aquí Lucas toma como referencia las pequeñas lámparas de barro, llenas de aceite y provistas de una mecha, encontradas en las excavaciones arqueológicas, muy comunes en el siglo I. En el texto se pide que no se oculten o tapen, sino que se coloquen en lugares que permitan la visión de las cosas y de la realidad. La luz es una característica del mensaje de Jesús, su palabra ilumina el camino hacia Dios y nos invita a ser luz para los demás. De ahí, el interés en no ocultarla, en no negar la luz a ninguna persona. Los discípulos de Jesús pronto entendieron que su misión evangelizadora consistía en comunicar la luz de Cristo resucitado a todos los que aún no la habían recibido.

Lo oculto que se conocerá un día (8,17). Esta segunda sentencia nos habla de los secretos revelados. El término ocultar, de acuerdo con la tradición judía, nos habla de los misterios de Dios que aún permanecen ocultos y que serán revelados al final de los tiempos. La luz no solo ilumina el camino, sino que tiene la capacidad de penetrar en el corazón del ser humano y desvelar cómo responde a la palabra de Dios.

Llamada a la escucha y una advertencia (8,18). El tercer dicho comienza con un imperativo con el que se exhorta a escuchar la Palabra correctamente. El énfasis de la sentencia se pone en el contenido de la escucha y se invita a todo discípulo a adherirse al mensaje, a la buena noticia del Reino. La consecuencia, a modo de advertencia que viene a continuación, sobre el tener y perder nos dice que la escucha de la Palabra y la aceptación del Reino se salen de la lógica normal. La dinámica de la gracia y el don de Dios posibilita a todo hombre y mujer a recibir el regalo de la Palabra, cuanto más se profundiza en ella, más y más crece en nuestra vida. Sin embargo, aquel que pierde el regalo del encuentro con Jesús se va quedando relegado. ¿Cómo es mi escucha? ¿Me siento llamado/a a transmitir la luz de Jesús?