Mar
20
Feb
2018

Evangelio del día

Primera Semana de Cuaresma

Perdona nuestras ofensas

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 55, 10-11

Esto dice el Señor:

«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo mi encargo».

Salmo de hoy

Salmo 33, 4-5. 6-7. 16-17. 18-19 R/. Dios libra a los justos de sus angustias

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:

“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».

Reflexión del Evangelio de hoy

Cumplirá mi encargo

El profeta Isaías, para consolar a su pueblo utiliza el símil de la lluvia y la nieve que hacen germinar a la tierra que da fruto, para hacer sentir al pueblo que vive en el destierro cómo actúa Dios en su creación. Su palabra que es creadora no volverá a su fuente sin cumplir su encargo la de crear de la nada un pueblo nuevo. Lo crea infundiendo un nuevo sentido y razón de vivir a los que la reciben.

Y es que la cuaresma también tiene que ver con nuestra esperanza, vivir en el destierro hace que se pierdan las raíces propias de la cultura, del sentido religioso, del sentido de vivir y de la esperanza. En cuaresma hemos de preguntarnos cuáles son nuestras raíces perdidas, aquellos valores que un día nos mantuvieron en pie, y ahora son pieles muertas del camino.

Hemos de comprender que no todos los valores que ayer vivíamos como fundamentales en nuestra vida de fe ahora hayan desaparecido con el cambio cultural, y hemos de preguntarnos si no es el pueblo cristiano el que anda en el destierro viviendo de la nostalgia. Hemos de descubrir los nuevos valores para poder identificarlos con aquellos valores cristianos que puedan convivir y arraigar más profundamente entre los jóvenes y poder ser una oferta atractiva para ellos.

Perdona nuestras ofensas

La oración del Padrenuestro nos implica en el Reino de Dios desde lo más íntimo de nuestra fe, es la oración personal y compartida la que le da sencillez, y Dios quiere oraciones y súplicas sencillas.

En el Padrenuestro se nos introduce en la intimidad con Dios, se nos ofrece el pan, pero también se hace simple la vida con la súplica del perdón, un perdón mutuo y justo, recibir el perdón implica ofrecer el perdón, no queda en una acción egoísta.

En el Padrenuestro se tiene en cuenta la voluntad de Dios, no es algo que surge de la verborrea, ni tampoco de la súplica egoísta, es una oración que tiene en cuenta el quehacer de Dios, el Padre tiene su plan salvación para conmigo, y lo acogeré con sencillez.

En esta cuaresma podríamos llenarnos de silencio para comprender cada palabra de esta oración, salir de lo mecánico y repetitivo, y encontrarnos con el sentido integrador que tiene esta oración para todo cristiano.