Dic
Evangelio del día
“ En el Verbo hecho carne se cumplen las promesas de Dios ”
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis 49, 1-2. 8-10
En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les dijo:
«Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en el futuro; agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel:
A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, pondrás la mano sobre la cerviz de tus enemigos, se postrarán ante ti los hijos de tu padre.
Judá es un león agazapado, has vuelto de hacer presa, hijo mío; se agacha y se tumba como león o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo?
No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos».
Salmo de hoy
Salmo 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 17 R/. En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R/.
En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 1-17
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Aran, Aran engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.
Reflexión del Evangelio de hoy
"Reuníos, agrupaos y escuchadme"
Cuando comenzamos la segunda parte del Adviento: las ferias mayores de preparación para la solemnidad de la Natividad del Señor, el pasaje del Génesis que se nos ofrece hoy, nos invita a considerar lo que va más allá de la bendición patriarcal. No es solamente adelantarles el futuro teniendo en cuenta el presente de cada uno de ellos, lo que hace Jacob.
Las palabras dirigidas a Judá son entendidas, desde nuestra perspectiva cristiana, como el señalamiento de lo nuclear de la promesa: “No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos”. El acento pasa de Judá al Mesías prometido. El cetro y el bastón de mando, como signos de la potestad para cuidar, sanar y salvar, están destinados a aquel para aquel a quien está reservado.
Y escuchado por nosotros, en la semana de preparación para la celebración litúrgica del nacimiento del Señor, reunidos como comunidad de fe que está a la escucha, podemos reconocer que en el Verbo hecho carne, se cumple lo que Jacob le adelanta a Judá.
Por eso se responde con el salmo: “En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente”. Es lo que nos trae el Salvador: Justicia y Paz eternas. El aparece para consolar, defender, alentar y, sobre todo, para introducir en la perfecta comunión con Dios. Él es la bendición para todos los pueblos porque todos ellos acudirán a él encontrado en él la redención y su fundamento.
Jesús, el Verbo encarnado, asumió verdaderamente la humanidad
Pudiera pensarse que el pasaje del evangelio de Mateo que hemos escuchado no pasara de ser una lección genealógica, tan de moda en nuestros días, pero que se queda ahí. Y nada más lejos de la realidad. Mateo nos remonta a Abrahán, y con ello enlaza con la promesa hecha a los padres. La descendencia en quien se cumple la promesa es Jesús y éste íntimamente conectado con la realidad de los descendientes, es decir, con el género humano lleno de luces y de sombras, necesitado de ser plenamente iluminado.
Por esto se van señalando las generaciones. Un listado que encierra pecadores y extranjeros. Y con ello se nos recuerda que Dios no hace acepción de personas, porque a todos ama y con todos cuenta porque a todos ofrece la salvación. Judá, de su nuera Tamar engendra a Farés y Zará. Una unión ilegítima. El, la tomó por una ramera y cuando le comunican que está encinta, la condena. La prenda entregada en aquella relación, pone ante sus ojos lo ocurrido: él no ha cumplido la palabra dada. En la genealogía de Jesucristo, Farés es uno de los ascendientes.
Los extranjeros también lo están. Booz de Rut la moabita, engendra a Obed. Dios por boca de los profetas señala que se hará un pueblo conformado por todas las naciones. Él ha querido adentrarse en la historia de la humanidad así. En Él todos encontramos nuestro lugar y nadie puede ni debe ser preterido.
Y siguiendo el hilo genealógico de Jesucristo, cuando se llega a José, la línea se quiebra, para dar el salto: “José, El esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”. De todos se viene señalando “engendró” y así la sucesión genealógica no se interrumpe. La legalidad se mantiene. El detalle tiene importancia, porque se trata del Verbo eterno del Padre, la segunda Persona de la Trinidad Santa, de la misma naturaleza del Padre, Hijo de Dios y de María Virgen. Concebido virginalmente por obra del Espíritu Santo. Es la novedad total.
Es el señalado por Jacob cuando bendice a Judá. Aquel que había de venir. Y viene él mismo a pastorear a sus ovejas. Y lo hace asumiendo la naturaleza humana de María, el que a ella la ha santificado por los méritos de su amorosa pasión. Y así Dios nos sorprende con sus actuaciones en la historia. En nuestra historia.
¿Gozamos celebrando su primera venida?
¿Aguardamos y preparamos su retorno al final de los tiempos?