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Jóvenes de toda España han participado en el campo de trabajo del MJD en Granada

El Movimiento Juvenil Dominicano organiza 15 días de voluntariado vividos desde el carisma de la Orden de Predicadores

  No con poco pesar, ha de darse por concluida una nueva edición del campo de trabajo del MJD, celebrado este año del 15 al 29 de julio en Granada; concretamente, en la casa de oración Siena (situada en Armilla y perteneciente a las dominicas de la Congregación de Santo Domingo) y alrededores. Según el propio testimonio de los asistentes, han resultado ser dos semanas de experiencias de toda clase: situaciones mejores y peores, momentos más alegres y otros que no lo han sido tanto, acontecimientos memorables y otros que convendría olvidar, gestos que les han llegado muy hondo y otros que se han quedado en la superficie...; pero en todo lo vivido están seguros de que pesa más lo bueno que lo malo, de modo que dentro de unos años puedan seguir recordando estos días tan especiales con el entusiasmo que merecen.

  Acompañados por el asistente religioso del MJD, Fr. Ángel Fariña, y en los últimos días también por Fr. Vicente Niño, en este campo de trabajo han participado jóvenes de toda España (Barcelona, Bilbao, Córdoba, La Coruña, Madrid, Oviedo, Pamplona, Sevilla, Valencia [también Requena y Sagunto] y Zaragoza), así como los dos prenovicios de este curso. Respecto a las actividades realizadas, hay que destacar los diversos voluntariados en los que se ha participado, que consisten en los cinco siguientes:

  • Centro residencial Oasis: Residencia destinada a personas con algún tipo de discapacidad intelectual, con la particularidad de que dispone de apartamentos para acoger a sus familiares de edad más avanzada, evitando así la separación de la familia.
  • Programa de la Mujer (de Cáritas): Proyecto dirigido a mujeres en riesgo de exclusión social, que dispone de talleres de formación de diversa índole.
  • Asociación ALFA (Almanjáyar en Familia): Conjunto de campamentos urbanos para niños y jóvenes del barrio de Almanjáyar, de tal manera que puedan formarse futuros monitores para el propio campamento.
  • Fundación Docete Omnes (en La Zubia): Centro con terapia ocupacional que acoge a personas con discapacidad intelectual.
  • Hospital San Rafael (de los hermanos hospitalarios de San Juan de Dios): En este centro hospitalario se colabora con visitas a enfermos que no tienen la oportunidad de recibirlas con regularidad, así como en el ropero y comedor social de los que también dispone.

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  Igualmente, los participantes han tenido tiempo de llevar a cabo otro tipo de actividades:

  • Realización de diferentes talleres de formación, en los que se trataron temas acerca del descubrimiento de uno mismo, del otro, de Jesús, de Dios en el interior de cada uno y de la propia misión (en este último, pudieron contar con la presencia de dos hermanas misioneras de la Congregación de Santo Domingo, provenientes de Camerún).
  • Celebraciones de la Eucaristía (con acompañamiento musical incluido), así como de distintos momentos de oración en grupo.
  • Participación en distintas actividades lúdicas: el descanso también es importante, en especial teniendo en cuenta el ritmo e intensidad de lo acontecido.
  • Viajes a la ciudad de Granada, que incluyen la visita a las monjas del Convento de Santa Catalina de Zafra (con las que celebraron una misa), la visita al Convento de Santa Cruz la Real (del que destaca el impresionante camarín barroco de la Virgen del Rosario) y la visita a la extraordinaria Alhambra.

  Finalmente, a modo de conclusión, se va a aportar una reflexión general sobre el campo de trabajo, preparada por uno de los jóvenes a raíz de la misa del pasado domingo:

Cada uno de nosotros aportamos nuestras semillas de manera muy diversa

  «La parábola que nos narra el evangelio de hoy se desarrolla en un campo de siembra, que, aunque en realidad representa el mundo, nuestra sociedad, bien puede valernos como imagen de nuestro propio campo de trabajo. El Señor Jesús ha ido sembrando su palabra en nuestro interior a lo largo de diferentes momentos: oraciones, lecturas, actos, etc. Es así como la palabra de Dios se ha adentrado más en nuestros corazones, pero también nosotros, como seguidores de Cristo, tenemos la opción de ser sembradores de su mensaje; de hecho, del modo en que sembremos dependerán los frutos que recojamos en el futuro, ya sea a corto o a largo plazo. Lo cierto es que cada uno de nosotros aportamos nuestras semillas de manera muy diversa, lo cual nos enriquece a todos, así que queda en nuestra mano colaborar a construir la comunidad fraterna de la que hablamos en uno de los talleres de formación.

  »Durante este tiempo de convivencia y voluntariado, cada uno de nosotros hemos sido sembradores tanto de trigo como de cizaña: por ejemplo, contribuyendo a la buena convivencia de todos en ciertos momentos o, por el contrario, a su obstaculización en otros. Para crecer más como personas y ser cada vez mejores, tuvimos que asumir el reto de ir apartando las distracciones que nos desviaban del verdadero fin que nos había traído hasta allí; de ese modo, cada uno hemos continuado avanzando en una felicidad que nos vaya llevando hacia Dios. Todo esto lo hemos podido poner en práctica gracias a cierta disposición individual por nuestra parte, que ha ido forjándonos una actitud menos egocéntrica, que buscara más amar desde los demás que buscarse a uno mismo, llegando a renunciar en ocasiones a la propia comodidad e intereses individuales. La cizaña no solamente afecta al otro; también perjudica al que la esparce, puesto que este no termina de actuar como está llamado a ser. Así la cizaña se convierte en una mentira para esa persona, y este autoengaño nunca dejará crecer la verdad ni, por tanto, que esa persona avance en el conocimiento de sí.

  »Sin embargo, tampoco pienso que haya que renunciar a pasarlo bien, a dejar de lado las irrepetibles emociones y, sobre todo, otras clases de vivencias que nos ha aportado este encuentro. No se trata de ceder a propuestas como la planteada por los filósofos estoicos, que rechazaban lo sentimental y lo espiritual, sino de dar un paso más y convivir realmente como cristianos unidos en fraternidad. De hecho, gracias a estas intenciones, podremos aprovechar la experiencia del campo de trabajo no solo en las dos semanas anteriores, sino también durante el resto del año. Si no queremos que se quede en un mero campamento de verano —con altruismo incluido, eso sí (todo hay que decirlo)— que nos llene momentáneamente, pero con el tiempo nos deje vacíos, hemos tenido que dar lo mejor de nosotros. Por ello, y contando con el auxilio del Señor, no solamente habremos logrado pasar un estupendo rato en familia, durante el cual nos ha acompañado su Espíritu vivo (que nos ha dado el impulso necesario poder afrontar la misión), sino que, además, habremos conseguido que nuestros compañeros, tanto de la casa que nos acogía como de los voluntariados, también hayan vivido unos días inolvidables, en los que el ánimo asimismo se haya visto infundido en su propio corazón».

Bernardo Sastre Zamora
Prenovicio dominico

campo trabajo mjd 2017 noticia-2Visita a las monjas del Convento de Santa Catalina de Zafra