Evangelio del día
Vigésimo séptima semana del Tiempo Ordinario - Año Par

Introducción a la semana

El jueves de esta semana se cumplirá medio siglo del comienzo del Concilio Vaticano II. Otros foros resaltarán la relevancia de esta efemérides. Quede constancia en esta página de la valentía serena de Juan XXIII y de Pablo VI que, desde la sede conciliar, fueron capaces de perfilar una Iglesia como pueblo de Dios al servicio inexcusable del mundo y de todos sus habitantes; somos Iglesia si vivimos en el mundo el mensaje de Dios Padre por medio de la persona de Cristo, con los medios de nuestra vida y nuestra Palabra. Dios quiera que esta conmemoración nos sirva para retomar aquellas frescas y proféticas sugerencias eclesiales.

El domingo XXVII oculta una advocación de María muy extendida: Nuestra Señora del Rosario, el salterio de rosas que un ángel cantara. La Palabra del Día del Señor en la primera lectura y en el evangelio abordan la cuestión matrimonial, objeto de severa legislación farisaica en tiempos de Jesús; éste evoca la condición humana de dos sexos diferentes, mas complementarios, llamados a unirse en fidelidad e igual dignidad. Completa el domingo un breve fragmento de la carta a los Hebreos donde se resalta la gloria de Jesús por haber servido a todos, pues Él está siempre entre nosotros como el que sirve.

En lo que a memorias y fiestas atañe, el martes evocamos a un gran misionero y predicador que supo vivir su vocación dominicana en las dos orillas, en España y en Colombia, fr. Luis Beltrán; y el viernes lo hacemos con una advocación de María, la del Pilar, que sobrepasa los límites aragoneses y adopta formas de comunidad de lengua y esperanzas.

En los días restantes, la carta a los Gálatas, densas letras de libertad, nos da el material de la primera lectura; y el texto evangélico nos servirá preguntas y afirmaciones para fortalecer nuestro seguimiento: ¿Quién es mi prójimo? ¡Señor, enséñanos a orar!, y sobre todo, ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la viven!

Días de la semana