Dom
8
May
2016

Homilía VII Domingo de Pascua

Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

La Comunidad en esta celebración ha repetido, como respuesta de aclamación, en el salmo, lo que resume su fe en el Resucitado: ha vencido a la muerte y a toda forma de esclavitud y sube al Padre suyo y Padre nuestro, al Dios suyo y Dios nuestro, como se contiene en el mensaje que ha de llevar la Magdalena a los discípulos en la mañana de la Pascua. La aclamación la provoca esta verdad que El nos da a conocer y que nos llena de esperanza. Las aclamaciones y los sonidos de las trompetas son la expresión del júbilo que manifiesta el Pueblo que acoge a quien le trae la salvación.

  • Teófilo es el destinatario de esta catequesis elaborada por Lucas en las dos partes de la misma.

Por eso comienza recordando lo contenido en su evangelio. Dos temas importantes conviene destacar: en primer lugar la misión que se encomienda al grupo y a toda la Comunidad, en la que todos sus integrantes han de ser conscientes de ella “ser testigos”. Radica en esto lo más importante. El bautizado es en sí mismo la prueba de lo que el Resucitado ha llevado a cabo. No es algo para contar, sino para manifestar. Por eso habla de testigo. No hay que andar preocupados por lo que tenemos que decir, sino por “cómo tenemos que vivir”. Esta forma de vida revela la reconciliación universal que ha llevado a cabo mediante el acontecimiento Pascual. En segundo lugar: no conviene quedarse pasivos, mirando al cielo. De ese sentido estático de la vida cristiana nos saca el dinamismo del Espíritu. Pues así como impulsó a Jesús no impulsa a nosotros. Es tiempo de compromiso con el mundo en que vivimos.

  • La carta a los Efesios es una síntesis del Misterio unitario que celebramos.

La mirada contemplativa sobre el mismo nos lleva a experimentar la novedad de vida que se ha iniciado y la urgencia que el mismo amor de Cristo manifiesta para que cada uno asuma la responsabilidad de comunicar lo contemplado y hacerlo de forma creíble. No se trata de contar solamente, sino de abrir las puertas a todos para que lo que Jesús ha llevado a cabo por todos, alcance sin dilación a toda la Humanidad. Esta acogida no deberá tener límites ni condiciones previas. El anuncio tenemos que hacerlo a todos en forma inteligible, sin anclarnos en el pasado, sino al hilo de la realidad actual.

  • La tarea queda señalada por Lucas en el conclusión de su Evangelio

El acontecimiento Pascual ha dado comienzo a tiempos nuevos, a nuevas realidades que vienen a ser una bendición para todos los Pueblos. Jesús les recuerda a sus discípulos el sentido de su vida y misión, al tiempo que los compromete para que vivan y actúen en sintonía con El, realizando la misma obra. Para ello una promesa se les hace: será revestido de la fuerza de lo alto, es decir, el Espíritu Santo vendrá a ser el alma de la Comunidad y quien lleve al conocimiento de la Verdad plena. Necesitamos ser conscientes de que teniendo toda la Verdad no conocemos todo lo que en ella se contiene. Por ello, asumir que estamos en un proceso de instrucción interior, de experiencia progresiva en la que el Espíritu nos va recordando y llevando a la plenitud del conocimiento de todo lo que en Jesús se nos ha revelado. De esta experiencia deberá brotar el testimonio que la Comunidad y cada bautizado en ella tiene que ofrecer al mundo contemporáneo.